Unos Oscars agridulces: la polémica campaña, los incendios en Los Ángeles y una industria en crisis

Los Ángeles

Hay una sensación extraña en la ciudad Los Ángeles, que como cada mes de febrero se engalana para celebrar el evento más importante de la industria del cine y de la urbe: los Oscar. Esta ha sido una temporada muy accidentada. Cuando Hollywood sacaba pecho después de la huelga de estrellas y de guionistas, que paralizó rodajes y retrasó muchos estrenos, llegaron los incendios, que asolaron partes enteras de la ciudad, muchas de ellas donde los estudios y televisiones tenían sus sedes, pero también barrios residenciales donde vivían las estrellas de cine. Adam Brody, Jamie Lee Curtis o el fallecido David Lynch se vieron obligados a salir de sus casas, perdiendo todo por el camino. Las votaciones se retrasaron y todo en la ciudad tiene un carácter benéfico a la par que triste, pues las pérdidas son millonarias y el trabajo de los bomberos ha sido ejemplar. Por la ciudad pueden verse pancartas y carteles de apoyo al trabajo de las unidades de emergencias.

Por si fuera poco, esta ha sido una de las campañas más virulentas que se recuerdan, donde ha habido todo tipo de polémicas en torno a muchos de los candidatos. Acusaciones de usar la Inteligencia Artificial para mejorar el acento de los actores, despidos de coordinadores de intimidad, o los tuits de Karla Sofía Gascón, que han centrado las discusiones en las últimas semanas. Finalmente, parece que hay una tregua en Los Ángeles para que la gala de los Oscar se celebre sin problemas el próximo domingo en el Teatro Dolby. "La Academia no aprueba el discurso de odio", ha dicho esta semana el CEO de la Academia de Cine, Bill Kramer en una entrevista en The Hollywood Reporter. "Quiero ser muy claro al respecto. La nominación de Karla es histórica. Eso es realmente importante. Ella todavía es una nominada. Respetamos eso, pero no aprobamos el discurso de odio. Todos los nominados están invitados a asistir al espectáculo. Eso es válido. Si Karla se une a nosotros para pasar la noche, espero que haya un aire de respeto. Tenemos más de 200 nominados. La noche se trata de mucho más que una persona. Estamos allí para celebrar a todos nuestros nominados", decía.

El comediante estadounidense Conan O’Brien, que presentará la ceremonia, desplegó este miércoles la alfombra roja delante de los medios de comunicación. ·Venga, ¿estamos todos preparados?·, dijo O’Brien acompañado de tres técnicos que le ayudaron a desenvolver la alfombra, de unos 300 metros de longitud y que en cámara se refleja como un tejido de color granate, más oscuro que el del año pasado. "Ellos (los técnicos) son los que van a aportar el verdadero músculo porque yo no tengo nada de masa muscular", bromeó el comediante, quien, tras empujar el rollo unos cuantos metros, se recostó a descansar por un momento mientras era fotografiado por la prensa. La tradicional alfombra recorrerá una de las calles principales de Hollywood Boulevard, donde se ubica el antiguo teatro El Capitán o el famoso Teatro Chino, y llegará hasta la primera planta del Dolby, pasando por las glamourosas escaleras donde se fotografían todos los famosos antes de entrar a la ceremonia.

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Por ella, desfilarán los nominados y personalidades invitadas a la 97 edición de los premios. Invitados como Demi Moore que podría ganar su primer Oscar gracias a su papel en La sustancia, o Thimoté Chalamet, que podría convertirse en el actor más joven en ganar premio gracias a su papel de Bob Dylan en A complete unknown, película que llega a los cines españoles este mismo viernes. También Adrian Brody, por The Brutalist, o Zoe Saldaña y Kieran Culkin, dos de los favoritos en las categorías de actor y actriz de reparto. También Karla Sofía Gascón, que vendrá después de un tiempo silenciada y castigada por Netflix. Todos ellos acudirán después a la fiesta del Gobernador, ganen o pierdan. Y allí como curiosidad, habrá tequila y jamón español. "Nosotros queremos tener comida de todo el mundo, y el jamón ibérico es el mejor del mundo y lo más representativo de España, aseguraba Byron Puck, el director de gastronomía del grupo de restaurantes de lujo que encabeza su padre, el chef austríaco Wolfgang Puck. Este año la fiesta contará con un total de 12 jamones de bellota de Cinco Jotas, dos más que en la edición anterior, y tres maestros cortadores de la marca se encargarán de distribuirlo a quienes acudan al recinto.

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Este es un año sin claros favoritos y eso hace más interesante la gala de este año. Cónclave y Anora parecen ser las opciones de consenso y esas películas que en los últimos días han ido ganando los premios previos. Es decir, los galardones de los distintos sindicatos y el Bafta de la Academia Británica. Cónclave, un thriller vaticano dirigido por Edward Berger, es la opción comercial. Un tipo de cine tradicional y clásico que lleva al público al cine, algo en lo que están muy obsesionados últimamente aquí en la meca del séptimo arte, y que funciona a la perfección: buenas interpretaciones, giros de guion y una puesta en escena decente, además de hablar del mundo actual a través de los litigios entre los cardenales para elegir a un nuevo Papa, justo cuando Francisco está hospitalizado. En el caso de Anora es una opción que ha gustado mucho, pero no deja de ser una producción independiente, de Sean Baker, director que logró la Palma de Oro en Cannes. The brutalist lo tiene más complicado por el sistema de votación. Mientras que Emilia Pérez, del francés Jacques Audiard, la más nominada de esta edición, se ha ido desinflando ante las distintas polémicas que ha ido superando.

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La gala será muy musical, pues la música ha protagonizado algunas de las películas del año, como la biografía de James Mangold sobre Dylan, opción americana de la noche, o Wicked, el famoso musical de Broadway adaptado al cine con las estrellas Cynthia Erivo y Ariana Grande. Eso les asegura que la alfombra roja tenga activos para todo tipo de público, incluso el más joven, que en las últimas ediciones había dado muestras de pasar de estos premios. Entre los que entregarán premio tenemos a dos actrices españoles, Penélope Cruz y Ana de Armas, en una gala que no sabemos si irá hacia la comedia mordaz o al tono emotivo. Es así como está el ánimo en una ciudad que necesita estos premios para sobrevivir, pero a la vez vive inmersa en una crisis total. Se han suspendido muchos rodajes en estas últimas semanas y el empleo ha caído en el sector. Por no hablar de cómo están influyendo las leyes de Trump. Empresas como Amazon Prime Video o Disney Plus ya se han sumado a eso de retirar los planes de igualdad, siguiendo a pies juntillas las locuras que viene de la Casa Blanca. Si en la primera legislatura de este presidente, Hollywood fue un todo unido contra él, salvo excepciones, no parece ser así en esta ocasión. "Nuestro compromiso con la equidad, la inclusión, la diversidad, la sostenibilidad y la accesibilidad está integrado en todos nuestros programas", insistía el CEO de la Academia a este respecto. La institución lleva años internacionalizándose y abriéndose a todos los colectivos infrarrepresentados.

Veremos qué pasa en esta gala, donde hay muchas películas con contenido político que hablan del momento actual. La misma Emilia Pérez refleja la situación de los mexicanos y de la comunidad trans, brutalmente perseguida por esta administración que ya les ha negado su identidad en el pasaporte. The Brutalist habla de un movimiento arquitectónico que el presidente Trump quiso eliminar de Washington, Nickel boys cuenta un episodio reciente de torturas y racismo en Estados Unidos, y Anora habla de la decadencia del sueño americano en un país en crisis, que no integra, sino que segrega y expulsa a los más desfavorecidos. Hasta la inocente y buenrrollista Wicked es una defensa de lo woke y la tolerancia, valores que ahora mismo no están en la agenda mainstream de este país.