Levantarse de la mesa

Madrid

Levantarse de la mesa de diálogo es lo peor en una democracia. Porque la democracia se basa en dialogar y alcanzar acuerdos en una mesa, no en disparar desde una trinchera. Peor aún si se hace en un organismo institucional como el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Es lo que han hecho hoy los consejeros de Haciendas de las autonomías gobernadas por el PP.

Feo, muy feo, feísimo, porque les perjudica primero a ellos mismos, pero también perjudica a un organismo compartido, cuya gracia está en que ahí negocian las comunidades y el Gobierno: o sea, a la manera de gobernar un Estado descentralizado. Ahí cada uno puede ayudar a mejorar las posturas de los demás. Cada uno hace oír la voz de sus electores. Hoy no estaban representados los madrileños ni los valencianos, ni los extremeños, ni tantos otros, sino a través del Gobierno central, que es bastante, pero no es todo.

Los que se largaron sin más solo representaban a un ciudadano, Alberto Núñez Feijóo, que les dio las instrucciones por la mañana en la sede del partido. Otro inconveniente: confundir el partido con el Estado. Uno de los pecados de los regímenes autoritarios.

Y encima dicen que se han levantado de la mesa porque la decisión de perdonar parte de la deuda autonómica es un regalo a los indepes. Echen cuentas. La propuesta de Hacienda condona la mitad de la deuda andaluza acumulada, mucho más que la quinta parte de la catalana. Pero no afinan. Tampoco se acuerdan de que en Cataluña no mandan los indepes. Aunque quieren presentar así al Govern socialista. Pegarse con la realidad, ¡cuidado!, suele producir chichones.