"Cortan la cabeza al padre, matan a los hijos a machetazos y violan a las mujeres de la casa": una española cuenta la dureza de la guerra en el Congo

"Yo no quiero un pasaporte ruandés". Es la frase contundente que pronunció la menor que tiene a su cargo Lorena Aguirre Cadarso. Ella, que lleva toda una vida en Congo, sabe que el futuro de la zona este del país en la que vivía es incierta. De momento, parece ser que serán "provincias autónomas", desde que la milicia M23 se hizo con el control de Kivu del Norte y Kivu del Sur. Ambas se instalaron en España por la espiral de violencia que ha estallado en el país; aunque lo más correcto es decir que la República Democrática del Congo lleva treinta años en guerra.

El M23

"Hay más de 150 grupos rebeldes y el M23 es uno de ellos", explica la psicóloga madrileña. Aunque Kagame, el presidente de Ruanda, niega su vinculación a la comunidad internacional es consciente de que financia y apoya a los milicianos. Es la principal causa que explica el avance, pero no la única porque "el gobierno congoleño no ha dado los recursos" al ejército. Los soldados congoleños cobran "70 euros, llevan las botas rotas y apenas tienen munición". A eso se suma su mala prensa entre la población porque, según explica Aguirre Cadarso, son esos mismos soldados los que también protagonizan "saqueos, violaciones o torturas".

En febrero del año pasado, la Unión Europea firmó con Ruanda un acuerdo para asegurar el suministro de materiales muy demandados y necesarios para impulsar la llamada transición verde y digital. Este pacto generó una gran polémica porque Naciones Unidas ha denunciado que existe un comercio ilícito de minerales que, en realidad, no proceden de Ruanda, sino de la República Democrática del Congo. Ahora, la Unión Europea va a revisar ese acuerdo.

"Las guerras que teníamos antes en el Congo eran de bajo impacto. Nunca entendí por qué hablan de guerras de bajo impacto porque eran a machetazo vivo. Abrían en canal a la gente, obligaban a las madres a comerse a sus hijos... Pero ahora, la guerra es por tierra, pero también por aire", explica Lorena Aguirre Cadarso. Reconoce que sus contactos que siguen en el terreno le dicen que tienen miedo y temen que pueda caer "una bomba sobre el santuario de Lwiro".

Salvar a los primates

Lorena Aguirre Cadarso lidera Mutima, un proyecto de la ONG Coopera Congo con el que tratan a la población víctima de la guerra y de la violencia sexual. "Este último año, hemos atendido a 4.200 personas y 7.500 consultas" explica la psicóloga española, que destaca la complejidad de los traumas que tienen que atender. Además, trabaja en el centro de recuperación de primates de Lwiro, donde se acoge a primates para protegerlos de "cazadores furtivos y redes de tráfico ilegal de especies exóticas", que tienen como principales destino los países árabes y China. Durante los últimos meses, un equipo de crisis de seis personas se quedaron al cuidado de los animales. Comprendió la gravedad de la situación cuando el equipo que queda allí le dijo: "No se oye nada. Sólo a los chimpancés gritando". Explica Aguirre Cadarso que los chimpancés se parecen a los humanos en cómo viven los traumas provocados por la violencia y la prueba es que, de noche, "los chimpancés también tienen pesadillas". Tiene previsto volver en cuanto la situación se estabilice. Mientras tanto, para ayudar a la población, han lanzado la iniciativa "Tu corazón para el Congo".

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