Soledad Gallego-Díaz: "Feijóo, obsesionado con Sánchez, no está aprovechando la oportunidad de recuperar el electorado de Vox"

Madrid

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se está dando prisa en asumir el papel que puede representar en Europa como principal portavoz de la socialdemocracia: su oferta de ayudar a Ucrania con un paquete de ayuda militar de mil millones de euros y de apoyar su pronto ingreso en la Unión Europea le coloca en una clara posición de liderazgo, que no solo apreciará la presidenta de la Comisión Europa, Úrsula Von der Leyen, sino que también le permite colocar a las empresas españolas en el proceso de reconstrucción del país y muy probablemente acercarse, también con mucha rapidez, al que será el nuevo canciller alemán, el demócrata cristiano Friedrich Merz.

Si esa relación se consolida, como en su día la de Felipe González y Helmut Kohl, el papel de Sánchez adquirirá aún más relevancia en Europa y todo eso ayudará también a consolidar la duración de la legislatura española. Por eso es tan incomprensible la parálisis del presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo. Es difícil que convocar a estas alturas a Dolores de Cospedal o Federico Trillo, para que le ayuden a fijar posiciones en política exterior sea la mejor idea. Para acercarse a Europa y a Merz, Feijoo necesitaría atacar con toda su artillería a Vox y alejarse de Trump, algo que curiosamente ya ha visto la fundación Faes, mucho más agresiva en sus comunicados que el presidente de su partido. Es la ocasión de Núñez Feijoo para recuperar parte del electorado de Vox, pero, obsesionado con Sánchez, no la está aprovechando.