Soledad Gallego - Díaz: "Lo normal sería que los propios jueces supieran distinguir entre una broma y una amenaza terrorista real"

Madrid

Debo decir que hace años yo escuché a un juez protestar en voz alta: “Voy a prender fuego a estos archivos como nadie los ponga en orden”. Y a un magistrado del mismísimo Supremo bromear: “Voy a tirar este ordenador y a todos los técnicos por la ventana, si este aparato sigue cerrándose solo”. Es bastante frecuente escuchar frases parecidas y lo normal es que sepamos distinguir que no se trata de una amenaza real. Por ejemplo, a mí no se me ocurrió presentar una denuncia ni contra el juez por pirómano ni contra el magistrado por ludita, que es como llamaban en el siglo XIX a quienes rompían las maquinarias. Lo normal sería que los propios jueces supieran distinguir entre una broma y una amenaza terrorista real. Sobre todo, si el autor de la broma es además un humorista famoso.  Debería ser una buena pista, incluso para los más despistados.

Lo normal es que el juez de guardia no hubiera aceptado de ninguna manera que yo presentara denuncias contra sus colegas y que me hubiera pedido que dejara de hacerle perder el tiempo. Pero eso ocurría hace años cuando los jueces sabían que provocar escándalo es incluso pecado.  El titular del juzgado de instrucción número 38 de Madrid no piensa así y ha aceptado una denuncia de Abogados Cristianos contra Quequé, que tiene un programa de humor en la radio. Llama la atención que unos juzgados que suelen estar agobiados de trabajo y donde se producen tantas dilaciones y retrasos encuentren a veces razonables cosas muy extrañar. ¿De verdad el juez cree verosímil que queque quisiera dinamitar la cruz de los caídos y aprovechar los escombros para agredir a abogados cristianos? Y si no lo cree, como parece probable, ¿por qué pierde el tiempo de esa manera?