Nacho Vigalondo: "El duelo es un pasaporte a la locura"
El director, autor de títulos como 'Los cronocrímenes' y 'Colossal', regresa al largometraje con 'Daniela Forever', una fascinante exploración del dolor y la pérdida a través de los sueños y sus ficciones
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Cadena SER
Madrid
Nacho Vigalondo, uno de los autores más interesantes de nuestra industria que ha firmado títulos como Los Cronocrímenes, Colossal u Open Windows, regresa al largometraje ocho años después. En realidad no vuelve de ningún sitio porque no ha parado de trabajar en otros proyectos de ficción, desde el guion y la dirección de series, a un divertido magazine televisivo. "Hay una mística en torno al largometraje que hace que vosotros y yo también, aunque esté haciendo mil cosas, hay un piloto encendido que diga, ya, pero no estás haciendo un largometraje. Cuando en realidad el día de rodaje es el día de rodaje, ya sea para una serie, ya sea para un magacín como el que hice para Orange 'Los felices 20' o un episodio de una serie de terror. El día de rodaje es el día de rodaje, lo que te hace sentir vivo, lo que te hace sentirte vocacionalmente en el sitio adecuado, en el momento adecuado y sintiéndote muy vivo. Es lo mismo, sea para lo que sea, también es cierto que cuando se confirmó que iba a hacerse esta película, una parte de mí se relajó. Pero la otra parte no entendía muy bien por qué. Porque, a fin de cuentas, hoy en día puedes ser cineasta de muchas maneras. Ya no están los esquemas rígidos de antes", defiende.
El director vuelve a utilizar la ciencia ficción para hablar de lo humano y lo mundano, de una pareja que se conoce, se enamora y luego tiene que afrontar el duelo. El actor de origen malayo Henry Golding protagoniza esta historia. Él es un DJ afincado en Madrid que es incapaz de procesar la pérdida de su novia. Sufre una depresión, no levanta cabeza, hasta que una amiga le ofrece una solución, un misterioso experimento médico. Una milagrosa pastilla le permitirá recordar y soñar, rescatar a esa mujer de la que vive obsesionado y a la que interpreta la italiana Beatrice Grannò, popular por la segunda temporada de la serie The White Lotus. Ella es la Daniela Forever del título. "La película pasa rápidamente a una propuesta de solución. Imprudente y catastrófica como mandan los cánones de la ciencia ficción. En el momento en que tenemos una pastilla en una película de género, ya sabemos que va a acabar siendo mal usada. Si el protagonista hubiera hecho un uso adecuado de la pastilla, todo hubiera ido de maravilla", bromea.
Con esta premisa Nacho Vigalondo explora a través de los sueños que se van convirtiendo en pesadillas y a través de un amor desbocado y la obsesión todas las fases del duelo. "Más que el drama romántico, la película habla del drama inevitable del duelo, de que alguien muy cercano se vaya. Es un tema escandalosamente íntimo y la vez tristemente universal. El duelo es una patología. Recuerdo que cuando visité por primera vez a un terapeuta después de haber vivido una tragedia y ella me explicó cuáles eran los síntomas que iba probablemente a sufrir, me dijo, mira, te va a pasar todo esto, no sé en que orden, no sé con qué intensidad y no sé durante cuánto tiempo, pero esto te va a pasar. Y yo veía todo eso y decía, me voy a volver loco. Y en cierta manera, el duelo, cuando te pilla de forma tan brutal, es un pasaporte a la locura. Nos convertimos en turistas de la locura. Vamos y volvemos. También he querido reflejar en la película cómo el duelo es una posibilidad de saber cómo seríamos nosotros si tuviéramos una relación con la realidad dislocada, como la que se tiene con el duelo, en la que pierdes el control de tus emociones, pierdes el control de tu intelecto y pierdes el control hasta de los sentidos", explica.
Daniela Forever parte del drama romántico para retratar el dolor y la pérdida, pero en su desarrollo, tan audaz como sugerente, el director también se pregunta por el propio sentido de ficción de esos sueños y recuerdos, de lo que nos queremos contar, cómo nos lo queremos contar y de qué forma nos autoengañamos. "Está muy bien llamar ficción a los recuerdos, porque en cierta manera lo son. Nunca recordamos las cosas exactamente cómo fueron. Y esto lo leí en alguna revista de ciencia e innovación, cada vez que uno recuerda algo en realidad recuerda la última vez que lo recordó. Y de forma inevitable, los recuerdos se deterioran, se adaptan a lo que estamos deseando recordar. Cuando uno cuenta un sueño, inevitablemente le da color, lo maquilla, lo decora para que sea más fácil contar. Posiblemente ese maquillaje ya forme parte del recuerdo y estés mintiendo sin saberlo. Esto sucede y, si el adorno se queda pegado al recuerdo, es para pararse a pensar lo patético que es", reflexiona el autor.
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Entrevista | Nacho Vigalondo, duelo, obsesión y sueños en 'Daniela Forever'
32:09
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Rodada en inglés y en un Madrid castizo, Vigalondo adaptó el guion a la ciudad cuando supo que el proyecto salía adelante y cuenta también con parte de un reparto español, como Nathalie Poza, Rubén Ochandiano y Aura Garrido, personaje clave para desentrañar y desmontar al protagonista, un hombre que transforma su dolor en una obsesión tóxica y controladora y al que Vigalondo cuestiona en estos tiempos de revisión de masculinidades, algo que no hacían títulos como Olvídate de mí o Her, de Spike Jonze, referencias inmediatas para esta historia. "Son dos películas que yo ya cuando escribía el guión decía, vale, me he metido en este género, ¿no? Y el punto de partida puede ser muy similar, pero para mí la película tiene sentido si desemboca en un sitio distinto. Y había algo que me apetecía mucho hacer, que es plantar al personaje frente a un espejo, cuestionarle a una escala en la que, por ejemplo, en estas películas no se da. Hay un momento en 'Her' donde Joaquin Phoenix tiene un ataque de celos irracional, la película se compadece y comparte esa tristeza en vez de decirle, chico, vamos a ver, vamos a sentarnos un rato. Y aunque no digo que una película sea mejor que otra en función de las decisiones que se toman, necesito un elemento diferenciador para poder hacer una película. Y de hecho yo me siento artísticamente más feliz y más representado a través de mis lecturas, a través de mis obsesiones, en lo que acaba siendo la película en su en su tramo llamémosle pesadillesco".
El director también juega en lo formal y lo visual con esos dos mundos, el de lo real y lo imaginado, con las imágenes de los sueños nítidas y a todo color, y el presente rodado en Betacam, formato que ya utilizó en sus cortos. "Necesitaba una diferencia de mundos lo más abrupta posible y no encontraba nada más práctico que el blanco y negro y el color. Los distribuidores y socios americanos, gracias a Dios, me dijero, ni de coña. Cuando de repente se nos ocurrió lo del Betacam no podía caber en mí de gozo, volver a la cámara con la empecé en los 90 a hacer cortos y donde las tomas pesan menos que una fotografía del móvil". Este salto visual y narrativo en la cabeza del protagonista es el tronco principal de una película sorprendente que acaba siendo un relato sobre la locura y la inevitable confrontación del dolor al que pone música el grupo Hidrogenesse.