Ciencia y tecnología

Durante el sexo dejamos una firma única de bacterias en la otra persona: así es como el "sexoma humano" podría servir para identificar a violadores

Una investigación publicada en la revista iScience de Cell Press descubre que determinadas bacterias se transfieren entre ambos individuos durante las relaciones sexuales

Un experto trabaja con bacterias en un laboratorio / visualspace

Un experto trabaja con bacterias en un laboratorio

Madrid

"Esta investigación se basa en el concepto forense de que cada contacto deja un rastro", ha dicho el autor Brendan Chapman, de la Universidad Murdoch en Australia. Hasta ahora, muy pocos estudios se habían fijado en los microbiomas -pequeños ecosistemas de bacterias- que hay en la vagina y el pene en el contexto de una investigación forense. la investigación de Chapman y su equipo demuestra que "podemos observar rastros de los microbiomas genitales de las parejas heterosexuales después de las relaciones sexuales".

Hasta ahora, en una investigación de una violación se buscan, entre otras cosas, muestras de ADN en el interior de los genitales de la mujer. Esas muestras dependen de que haya esperma del agresor. Si no se detecta, la investigación no puede seguir esa vía.

En este estudio, publicado por la revista iScience de Cell Press los investigadores muestran una nueva posibilidad: "determinadas bacterias se transfieren entre ambos individuos durante las relaciones sexuales, y luego pueden rastrearse porque cada persona tiene un microbioma genital único". Los autores han llamado a este conjunto de microorganismos genitales "the sexome", que se podría traducir como "el sexoma humano", por su similitud con la palabra genoma.

El estudio asegura que el hecho de que cada uno "transportemos" un sexoma único puede servir para identificar a agresores sexuales.

¿Cómo se ha hecho?

Los hombres y las mujeres tienen "poblaciones únicas de bacterias en sus genitales". La tesis del estudio es que esas bacterias se transfieren durante las relaciones sexuales. Para probarlo, investigaron los microbiomas genitales de personas que formaban parejas monógamas y heterosexuales tras sus relaciones sexuales.

Cada participante recolectó muestras de su microbioma genital utilizando hisopos. Los científicos categorizaron las bacterias de cada uno haciendo secuenciación genética de su ARN. Poco a poco, crearon una especie de "firmas microbianas de los genitales de cada participante".

Tras un breve periodo sin relaciones sexuales, se pidió a las parejas que volvieran a recoger muestras de sus microbiomas genitales. El análisis mostró que la firma bacteriana única de cada participante podía identificarse en la muestra de su pareja sexual justo después del coito.

Funcionó incluso usando el preservativo

Tres de las parejas participantes en el estudio declararon haber usado condón. Los científicos dicen que en estos casos "la transferencia de contenido microbiano fue menor pero no la inhibió por completo".

En estos casos, la mayor parte de la transferencia se producía de la mujer al hombre y menos al revés. Otro de los investigadores, Ruby Dixon, de la Universidad de Murdoch, ha declarado que apoya más la teoría de que este sexoma humano puede ser "un medio de detectar una agresión sexual, incluso cuando se usó un condón".

Aun así, los firmantes del trabajo son cautos y han dicho a la prensa que "la aplicación del sexoma en los casos de agresión sexual aún está en pañales". Por ejemplo, han comprobado cómo "la composición del microbioma vaginal cambia durante la menstruación y esto podría afectar los resultados". Por eso, aseguran, "es importante comprender completamente los factores externos que pueden tener impacto en el sexoma", para usarlo como método forense de manera definitiva.

Qué dicen los expertos

En declaraciones a Science Media Center España, Toni Gabaldón, jefe del grupo de Genómica Comparada del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) se muestra bastante cauto ante la posibilidad de que se pueda.

“El estudio demuestra que pueden ocurrir cambios en la composición del microbioma vaginal y del pene antes y después de un acto sexual. Sin embargo, dado el pequeño tamaño muestral y la variabilidad de casuísticas encontradas, no se detecta ningún patrón general concluyente"

Y añade:

"Respecto a la posible aplicación forense, creo que los datos permiten vislumbrar posibilidades futuras, pero no aportan evidencia de que se pueda, por ejemplo, identificar al agresor a partir de las posibles variantes detectadas en una víctima. Es previsible que, a diferencia de este estudio, no se dispongan de muestras tomadas poco tiempo antes de la agresión. La obtención de ADN del propio agresor en cualquier resto hallado en la víctima o escena del crimen proporcionaría una identificación más precisa y directa. Una ventaja que podría tener el microbioma frente al ADN humano es la persistencia en el tiempo de clones transmitidos agresor-víctima, algo que no se investiga aquí”.

Rosa del Campo, investigadora en el Hospital Ramón y Cajal y miembro del Grupo Especializado para el Estudio de la Microbiota Humana de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica añade:

Hasta ahora el método de referencia es encontrar el cromosoma Y –siempre que el agresor sea hombre, que por otro lado es lo más frecuente–. En el caso de utilizar condón, no hay mucho ADN humano, y por ello sería útil el ‘sexoma’.

Y también:

Los hombres tienen una microbiota en el pene (se parece mucho a la de la piel de otras zonas) mucho más diversa que las mujeres en la vagina. El factor limitante de esta técnica es que, si existe un lavado de la zona genital después del sexo, será muy complicado encontrar las bacterias de la pareja. También han estudiado parejas que habitualmente tienen sexo, y eso puede influir en los resultados En ningún caso esta técnica va a sustituir a la detección del cromosoma Y en el caso de los hombres, pero puede ser de utilidad.

Javier Ruiz Martínez

Javier Ruiz Martínez

Redactor de temas de sociedad, ciencia e innovación en la SER. Trabajo en el mejor trabajo del mundo:...

 
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