"No te oigo, estoy estresado": un estudio sugiere que el estrés afecta a cómo el cerebro percibe los sonidos
Un equipo de investigadores de la Universidad Ben-Gurion de Israel ha descubierto que una de las causas de por qué nos cuesta concentrarnos cuando estamos estresados

Un estudio sugiere que el estrés afecta a cómo el cerebro percibe los sonidos
01:23
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Madrid
Cuando estamos estresados, nos cuesta concentrarnos, estamos menos atentos y si, por ejemplo, nos habla alguien, a veces no lo escuchamos. Un equipo de investigadores de la Universidad Ben-Gurion de Israel han descubierto que una de las causas de que nos ocurra esto es la reacción de nuestro cerebro al estrés prolongado.
La doctora Jennifer Resnik, coautora del estudio, explica que "el estrés crónico es un factor de riesgo para varios trastornos psiquiátricos y sensoriales" pero sus hallazgos, que acaban de publicarse en PLOS Biology, nos dejan claro que, aunque no tengamos ningún trastorno, el estres afecta a la forma en que una parte del cerebro, la corteza auditiva, procesa los sonidos. Hace que, por ejemplo, "percibamos los ruidos fuertes de manera diferente" y que escuchemos peor los más suaves.
¿Cómo se hizo?
Los investigadores diseñaron un experimento para analizar los cambios en la actividad cerebral de un grupo de ratones tras someterlos a un estrés leve. Durante una semana, los animales fueron colocados en pequeños espacios de los que no podían salir durante 30 minutos al día. Explican que es "una situación que simula un entorno estresante sin llegar a ser extremo". También había un grupo de control que no sufría este factor de estrés.
La diferencia entre los dos grupos, al salir y ser expuestos a distintos sonidos, era muy rápida y se veía claramente en su actividad cerebral.
Los resultados
Después de una semana de estrés, el estudio examinó la actividad cerebral de los ratones comparándolos con los que no habían sufrido aislamiento. Y había muchos cambios.
En el tronco encefálico, donde está la capacidad auditiva de los animales, "se mantuvo normal". Sin embargo -añade- en la corteza auditiva (que es el segundo paso para comprender e identificar esos sonidos) "los animales estresados tenían una mayor actividad neuronal espontánea".
En esa zona, las células cerebrales que generan la hormona somatostatina, se activaron más de lo normal, mientras que las neuronas que expresan parvalbúmina y las neuronas piramidales fueron menos sensibles.
Con esos cambios tan evidentes en los procesos en el interior del cerebro, cuando expusieron a los ratones estresados ante diferentes sonidos vieron que tenían una "percepción reducida de la sonoridad".
Por ejemplo, los ratones percibían sonidos fuertes como suaves -es decir, casi ni los oían- y, además, "los sonidos a niveles de decibelios más bajos desencadenaron reacciones significativamente más débiles a medida que el estrés persistía".
Sin embargo, los ratones "mantuvieron respuestas fuertes a los sonidos de decibelios más altos". Es decir, que los sonidos más potentes si que les seguían poniendo en guardia.
"Nuestra investigación sugiere que el estrés repetido no solo afecta nuestras reacciones a los estímulos emocionalmente cargados, sino que también puede alterar la forma en que respondemos a los estímulos neutros cotidianos", concluye Resnik.

Javier Ruiz Martínez
Redactor de temas de sociedad, ciencia e innovación en la SER. Trabajo en el mejor trabajo del mundo:...