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Cuando tu vecina llama a la puerta y no es para pedirte algo

Recorremos las calles de Gavà (Barcelona) junto a las 'picaportes', un grupo de mujeres que va casa por casa para conversar con los vecinos y conocer sus necesidades como parte de un proyecto impulsado por la Confederación de Asociaciones Vecinales de Catalunya

Cuando tu vecina llama a la puerta, y no es para pedirte algo

Cuando tu vecina llama a la puerta, y no es para pedirte algo

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Gavà

La historia comienza con el ding dong de un timbre.

—¿Diga?

—Soy tu vecina, vengo a hacer un cuestionario. ¿Puedo pasar?

Y lo que sucede a continuación les sorprende a todos. La gente abre la puerta, y al otro lado encuentra una cara conocida, alguien del barrio que le pregunta cómo está. Después se suceden muchas más cuestiones: cuántos viven en casa, cuáles son sus rutinas de sueño, qué suelen comer. Si les gusta o no el entorno donde viven. Si conocen las asociaciones del barrio. Qué les gustaría mejorar. Y de una aparente encuesta, surge una conversación.

Todo forma parte de A-Porta, un proyecto impulsado por la Confederación de Asociaciones Vecinales de Catalunya (CONFAVC) para conocer las necesidades de los vecinos de diferentes barrios de Catalunya. La información extraída de estas charlas se comparte con el ayuntamiento y con otras entidades sociales para identificar los principales problemas en cada zona y elaborar programas que ayuden a mejorar la vida de las personas. "Entramos a las casas con un tema muy concreto para que nos abran la puerta, pero a partir de ahí surgen otras cosas: pobreza energética, niños que se duermen en los colegios porque están hasta tarde con los móviles, mujeres migrantes que no entienden el idioma, personas que se sienten solas, tristes y enfadadas...", resume Alba Gómez, gerente de la CONFAVC y directora del proyecto en Catalunya.

Desde que comenzaron con un programa piloto en el año 2016 en Ciutat Meridiana (Nou Barris, Barcelona), A-Porta se ha desplegado en más de 30 barrios de 16 municipios de Catalunya. Según explican en la página web del proyecto, el alcance de personas atendidas (en hogares con una media de tres miembros en la unidad familiar) es de más de 35.166 personas desde que se inició el proyecto.

El valor del programa es doble. Porque además de descubrir las historias que se esconden detrás de cada puerta, A-Porta es también una oportunidad de trabajo para muchas mujeres del barrio que son contratadas por la CONFAVC para realizar esta labor de rastreo y acompañamiento a sus vecinos. Se hacen llamar las picaportes (pica puertas, en catalán) y son en su mayoría mujeres como Nerea o como Melisa, que tienen 19 y 37 años y trabajan durante 25 a 30 horas al mes como "conversadoras" en el barrio de Can Tintorer, al noroeste de Gavà.

Nerea es madre de un niño de año y medio, estudió bachillerato y cuenta que este proyecto le ha despertado el interés por el trabajo social. Ahora se está sacando el carnet de conducir junto con otras mujeres del barrio, y en septiembre pretende hacer un grado superior: "Mola mucho ver que puedes ayudar a tu gente a través de tu trabajo", opina.

Melisa, por su parte, estudió psicología "hace muchos años" aunque nunca llegó a ejercer la profesión. En las conversaciones con sus vecinos, dice, ha puesto en práctica conocimientos que creía tenía dormidos, y lo más importante: ha aprendido a escuchar. "He valorado lo que importa ponerme en el lugar del otro mientras estoy entrevistando. Aprendes a poner la pausa y dejar que ellos sean los que te cuenten su propia historia".

Valentina Rojo Squadroni

Valentina Rojo Squadroni

Uruguaya de nacimiento, catalana de adopción y madrileña de acogida. Es redactora de 'A vivir que son...

 
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