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El té, la bebida que desató guerras y creó imperios

Desde Catalina de Braganza hasta las Guerras del Opio, hablamos de cómo una simple taza de té cambió el rumbo de la historia

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A menudo, las cosas cotidianas pasan desapercibidas, pero, al mirarlas más de cerca, descubrimos toda la historia que hay detrás. A veces, el mundo tal como lo conocemos es producto de pequeños detalles. Tan pequeños como unas hojas secas trituradas. En esta edición de La Academia de Saberes Inútiles, Marta Fernández nos ha contado cómo el té desencadenó guerras y ayudó a forjar el Imperio Británico.

A cup of tea, please

"A las madres británicas ni se les habría ocurrido beber té si no fuera porque la princesa portuguesa Catalina de Braganza se casó con Carlos II de Inglaterra", ha comentado Fernández. La princesa portuguesa fue casada por poderes con el rey de Inglaterra, y cuando llegó al puerto de Portsmouth en 1662, no sabía nada sobre su esposo ni sobre su nuevo país. En Lisboa, el té era una bebida de moda, así que decidió pedir una taza. Sin embargo, en Inglaterra nadie sabía qué era eso. Solo unos pocos habían visto hojas de té importadas de Oriente en algunas tiendas de Londres. Cuando la princesa solicitó un "chá", casi la tildaron de loca. En su lugar, le ofrecieron una jarra de cerveza caliente, que en nada se parecía al té.

La envidia mueve montañas

El interés imperial de Inglaterra por Oriente comenzó debido a los portugueses y, sobre todo, a la envidia. En 1592, los ingleses capturaron un carguero portugués llamado Madre de Deus, cargado con un sinfín de riquezas: perlas, telas y, sobre todo, especias. Pero, cegados por el oro y el brillo de las perlas, los ingleses no prestaron atención al té que transportaba. En nombre de la Reina Isabel, se fundó la Compañía de las Indias Orientales. Los holandeses ya tenían la suya y, en 1610, fueron los primeros en traer el té a Europa.

Al parecer, en ese momento de la historia, el té no tenía nada de inglés… y la Compañía Holandesa de las Indias Orientales era mucho más poderosa que la británica. Fue la primera multinacional de la historia, con 50,000 empleados en todo el mundo. Mientras los ingleses se organizaban, los holandeses ya dominaban el comercio con China e Indonesia. No fue hasta 1689 que Londres logró negociar directamente con China, y entonces la Compañía Británica de las Indias Orientales se convirtió en la entidad más poderosa del planeta.

Todo esto estuvo marcado por luchas entre ingleses y holandeses por el control de los mares, lo que les permitió fundar ciudades como Calcuta, elegir gobernantes, esclavizar personas y sofocar revueltas. La compañía llegó a tener un ejército propio de 200,000 soldados, el cual superaba en número al ejército británico. Mientras tanto, en las ciudades británicas, el té se volvía cada vez más popular, impulsando el comercio.

Las guerras del opio fueron provocadas por el té

Lo más sorprendente es que las conocidas Guerras del Opio del siglo XIX fueron causadas por el té y la Compañía de las Indias Orientales. Durante ese siglo, los británicos se encontraban económicamente agotados tras luchar contra Napoleón. Sin embargo, los chinos solo aceptaban oro y plata como pago por su té. El Reino Unido envió a Lord Macaulay a negociar, llevando consigo artefactos como relojes y autómatas, pero el emperador chino los rechazó, diciendo: “Lo que ustedes traen no me interesa. Nosotros lo tenemos todo”.

El trato era claro: o los ingleses pagaban con lingotes o no había comercio. Pero había un producto que, aunque controlado por el gobierno chino y distribuido solo con fines medicinales, resultaba útil para los británicos: el opio. La Compañía Británica de las Indias Orientales empezó a exportar grandes cantidades de opio desde India y venderlo a narcotraficantes chinos, quienes pagaban con plata u oro.

Con esos lingotes, los británicos compraban el té de China. Cuando los chinos descubrieron el truco, el comercio se detuvo y estalló la guerra. Los británicos ganaron, y, además de quedarse con el té, lograron tomar control de Hong Kong. La segunda guerra fue aún peor para los chinos, quienes tuvieron que legalizar el opio. Los británicos ampliaron su imperio y su acceso al té.

Tea Earl grey Hot

El té siguió creciendo en popularidad, llegando incluso al espacio. El Capitán Picard, de Star Trek, es un famoso fanático del té, pidiendo su “Earl Grey caliente” con una gran dosis de elegancia.

Cuando los holandeses introdujeron el té en Europa, también trajeron consigo la ceremonia y el servicio de porcelana, que causaron sensación. A mediados del siglo XVII, los holandeses importaban tres millones de tazas de porcelana china, que resultaban extremadamente caras. Descubrieron que allí estaba el verdadero negocio. En ese momento, un alquimista de media Europa proclamaba tener el secreto para fabricar oro.

El Rey Augusto II de Sajonia lo encarceló con la esperanza de que pudiera enriquecer sus arcas. Aunque no consiguió oro, el alquimista y un compañero de celda lograron algo casi más valioso: la porcelana blanca. Inicialmente, era solo una copia de la china, pero terminó siendo incluso más valiosa. De hecho, si se rompía una taza, resultaba más económico repararla que comprar una nueva.

Un simple arbusto que parece parte del paisaje cotidiano dio pie a la creación de la industria de la porcelana, al nacimiento del narcotráfico, a la pérdida de Hong Kong y a la expansión del Imperio Británico. Todo porque una princesa portuguesa decidió pedir una taza de té antes de conocer a su esposo.

 
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