El dirigente de la ultraderecha portuguesa que pedía la castración química para pedófilos es acusado de prostitución de menores
Nuno Pardal (Chega) que ha dejado sus cargos, acepta los hechos, pero niega saber que se trataba de un menor de edad.
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Nuno Pardal Ribeiro, dirigente del partido Chega, en una fotografía de redes sociales / El País
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Lisboa
Desde su fundación, en 2019, el mayor partido de ultraderecha de Portugal, Chega, se ha hartado de acusar a la clase política lusa de incompetencia, corrupción, inmoralidad e incapacidad de defender a los portugueses. Su líder, el polemista André Ventura, no sospechaba que todas esas acusaciones estallarían en su propio partido de la manera más vulgar.
Este jueves, uno de sus concejales en el Ayuntamiento de Lisboa y dirigente del partido en la capital, Nuno Pardal Ribeiro, ha aceptado haber practicado sexo con un menor. Así lo ha reconocido a los medios después de que la Fiscalía emitiera un comunicado sobre la acusación de dos personas por haber prostituido a un menor, filtrando que uno de ellos era el político ultraderechista.
Los hechos fueron denunciados por los padres de la víctima, tras haber leído los mensajes de su teléfono móvil. Tras conocerse en una aplicación de citas, Grindr, Pardal recogió al menor en su coche, se dirigió a una zona apartada y, tras practicar sexo oral, le pagó 20 euros. Días después, repitió la oferta, pero el adolescente se negó. Ahora, Pardal no niega los hechos, pero defiende que no sabía que se trataba de un menor de edad.
La Fiscalía, sin embargo, lo tiene claro: «Los sospechosos formales sabían que el asistente tenía 15 años, actuaron siempre de forma libre, voluntaria y consciente, sabiendo bien que su conducta estaba prohibida y penalizada por la ley criminal», se lee en su comunicado. Por eso, ha avanzado con la acusación de Pardal por dos delitos de prostitución de menores agravada, de forma consumada y en grado de tentativa, y ha pedido que se le prohíba ejercer su profesión y actividades públicas y privadas cuyo ejercicio implique contacto regular con menores. Se enfrenta a una pena de hasta cinco años de cárcel y el pago de una indemnización.
“Fue una cosa que ocurrió en un momento. No suelo tener estas prácticas», dijo al periódico portugués Público. «Estoy muy trastornado con todo esto, como es obvio. Ni siquiera tanto con las consecuencias políticas, sino en el ámbito personal. Es mi reputación. Tengo dos hijos», cita el medio.
Solo unos meses después de ese encuentro, fue precisamente Pardal quien defendió una moción de Chega para implantar la castración química contra pedófilos y abusadores de menores. “La protección de los menores ante la explotación sexual y los abusos sexuales es, de hecho, para Chega un asunto fundamental en el ámbito de la justicia", dijo ante el pleno de Lisboa.
Además de ser uno de los dirigentes del partido en la capital, en calidad de concejal formaba parte del grupo de trabajo de la Asamblea de los Niños de Lisboa, y en las pasadas elecciones legislativas se quedó a un escaño de acceder al Parlamento nacional. Extorero, también preside la Asociación Nacional de Toreros. Por el momento, deja sus cargos políticos, pero tiene la intención de defender su inocencia y seguir trabajando en comunicación.
El escándalo ha estallado solo dos semanas después de que Chega protagonizara otro de los ridículos más llamativos de la política portuguesa, cuando su diputado en el Parlamento Miguel Arruda fue acusado de haber aprovechado sus viajes de trabajo para robar maletas en el aeropuerto de Lisboa. Ãrruda también abandonó el partido, pero, a diferencia de Pardal, decidió mantener su escaño registrándose como diputado no adscrito. A ellos se suma otro diputado del Parlamento regional de Azores, que el pasado domingo de madrugada fue detenido mientras conducía con una tasa de 2,25 g/l de alcohol en sangre.
Tras el escándalo, André Ventura, que participará en una cumbre internacional de ultraderecha que transcurre en Madrid, se ha vanagloriado de expulsar inmediatamente del partido a quienes tienen problemas con la Justicia, lo que es parcialmente cierto, ya que el grupo parlamentario de Chega cuenta con varios diputados bajo investigación judicial. El malestar de la sociedad portuguesa va mucho más allá y se pregunta quiénes son en realidad las personas que componen Chega.