Ciencia y tecnología

El ambicioso plan para iluminar los lugares más recónditos del planeta que nunca llegó a ejecutarse: el espejo espacial de Syromiatnikov

Rusia planteó la posibilidad de tener una red de 36 de espejos gigantes en el espacio para alumbrar Siberia

Un ejemplar de la Soyuz MS-02. / NASA

Un ejemplar de la Soyuz MS-02.

Madrid

Hace ya varias décadas, concretamente el 4 de febrero de 1993, la agencia espacial rusa Roscosmos intentó llevar a cabo uno de los planes más ambiciosos creados hasta la fecha para iluminar algunos de los lugares más recónditos del país. Un espejo espacial, desarrollado por el científico ruso Vladimir Syromiatnikov, que tenía como objetivo traer de vuelta la luz solar a todas aquellas regiones que se quedaban completamente a oscuras durante los meses invernales por culpa de la conocida como noche polar. Algunos pueblos como Tiksi, por ejemplo, pueden llegar a pasarse hasta 65 largos días en la penumbra por su situación geográfica, lo que llevó a los especialistas a diseñar un plan revolucionario.

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De ahí que Syromiatnikov y su equipo valorasen distintas opciones para poder traer de vuelta el sol durante todo este tiempo. De esta necesidad surgió el conocido como espejo espacial de Syromiatnikov. Un plan, cuanto menos ambicioso, que pasaba por establecer un espejo gigante en la órbita terrestre para aprovechar los rayos del Sol y luego redirigirlos para que cayeran sobre un objetivo concreto en la Tierra. A lo largo de la historia han sido muchas las personas que han propuesto el desarrollo de espejos espaciales, pero el científico ruso fue el que más cerca se quedó de conseguirlo con el conocido como Proyecto Znamya.

Un cambio de idea

Tras analizar todo lo que se había propuesto hasta la fecha, Vladimir Syromiatnikov planteó la posibilidad de acoplar grandes velas solares reflectantes sobre una nave espacial. Todo ello porque entendía que los rayos de sol podrían mover la nave sin tener que quemar combustible de la misma manera que el viento mueve las velas de los barcos. Una idea que, sin duda alguna, permitiría abaratar costes en una carrera espacial que ya estaba siendo muy costosa de por sí. Dado que obtener financiación para este tipo de proyectos era muy complicado, Syromiatnikov decidió darle una vuelta a su idea con el objetivo de sacarle un mayor rendimiento.

Después de valorar muchas otras opciones, el científico llegó a la conclusión que podría utilizar estas velas solares reflectantes para proyectar luz sobre las regiones polares de Rusia. Un proyecto, a priori disparatado, que sin embargo permitiría prolongar la jornada laboral en estas regiones y aumentar la productividad de sus tierras agrícolas. Pero no solo eso. El hecho de traer de vuelta el Sol a estas regiones permitiría que sus habitantes pudieran reducir el costo de iluminación eléctrica y la calefacción. Un nuevo proyecto que, esta vez sí, recibió el apoyo del Gobierno para que saliera adelante.

El auge y la caída del espejo solar

Tras crear un primer prototipo de la nave espacial, que se mantendría en la Tierra para poder resolver posibles problemas técnicos que pudiera tener, la agencia espacial rusa decidió lanzar un segundo prototipo al espacio para comprobar su eficacia. Tras configurar adecuadamente el espejo espacial, este comenzó a reflejar un haz de luz de unos cinco kilómetros de ancho sobre la Tierra que tenía la luminosidad equivalente a la de la luna llena. Un haz de luz que se extendió desde el sur de Francia a través de Suiza, Alemania y Polonia hasta llegar al oeste de Rusia.

Una prueba exitosa que, sin embargo, no terminó de convencer a la agencia espacial por varios motivos. Entre ellos que la luz reflejada era mucho menos intensa de lo esperado y demasiado difusa como para proporcionar una iluminación práctica en una gran área de la Tierra. No obstante, el proyecto siguió adelante con un nuevo prototipo que acabó enterrando la idea de contar con espejos solares. Todo ello como consecuencia de un accidente que provocó que la misión acabara siendo un fracaso y que la agencia dejara de interesarse por el proyecto.

David Justo

David Justo

(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en tecnología que aborda la vida digital desde otro punto...

 
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