Opioides, adicciones y multas
Soledad Gallego-Díaz reflexiona sobre la adicción a los opioides en Estados Unidos
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Opioides, adicciones y multas
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Madrid
Durante muchos años, cientos de miles de miles de estadounidenses se engancharon a una droga, un opioide muy potente, llamado oxicodona, colocada en el mercado como si fueran simples calmantes por una de las grandes empresas farmacéuticas norteamericanas. La droga, vendida bajo la marca OxyContin, aumentó la ya formidable fortuna de la familia Sackler, unos discretos supermillonarios, famosos por sus patronazgos artísticos. Se calcula que en menos de 20 años la oxicodona causó 500.000 muertos y la desgracia de cientos de miles de personas que se convirtieron en adictos de la noche a la mañana tomando las pastillas que le habían recetados los médicos o que compraban libremente en las farmacias, porque calmaban el dolor mejor incluso que la morfina y porque les aseguraban que no tenía efectos secundarios. El escándalo, la muerte y el dolor que causó la venta indiscriminada de OxyContin se resolvió hace pocos días en un tribunal norteamericano que sentenció que la familia Sackler y su empresa deberían pagar 7.500 millones de dólares de indemnización. Ya está. Nadie fue a la cárcel y los Sackler, desde luego, no recibieron ni la menor reprimenda de Trump. El consumo de fentanilo, otro opioide que se ha extendido como el aceite en Estados Unidos, se disparó, según muchos expertos, precisamente como consecuencia de aquel éxito del OxyContin. Pero, según Trump, es culpa de México.
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Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...