La alegría de la huerta
Aunque solo fuera por un día, me gustaría ser el líder de un partido para que la gente a mi alrededor me riera los chistes, por malos que fueran
Ignacio Martínez de Pisón: “La alegría de la huerta”
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Madrid
Para una vez que alguien del PP dice algo gracioso, van los de su partido y se lo afean. Me refiero a Esteban González Pons y a su caracterización de Donald Trump como “ogro naranja” y “macho alfa de una manada de gorilas”. Si eso mismo lo hubiera dicho Alberto Núñez Feijóo, todavía se oirían las carcajadas en la calle Génova.
No es que Feijóo sea precisamente la alegría de la huerta, pero en las reuniones de su ejecutiva siempre se les ve a todos celebrando con risas sus comentarios. Es lo que pasa cuando eres un jefe-jefe, no un jefe a medias, como González Pons: que todo el mundo se apresura con alborozo a reírte las gracias.
Aunque solo fuera por un día, me gustaría ser el líder de un partido para que la gente a mi alrededor me riera los chistes, por malos que fueran. Yo diría “¿usted no nada nada?, es que no traje traje”, y todos se desternillarían. Diría “van dos y se cae el de enmedio” y se mondarían. Contaría el chiste del perro llamado Mistetas y el edificio se vendría abajo.
Echamos de menos el humorismo no siempre voluntario de Mariano Rajoy, autor del famoso ripio “Si quieres grano, Aitor, te dejo mi tractor”. ¡Ay, qué pena que el expresidente conservara su plaza en el registro de la propiedad y no se viera obligado a pedir trabajo en el Club de la Comedia!