Ocio y cultura

Hitler era hipocondríaco y drogadicto, según los diarios de su médico

Un libro titulado ‘El paciente A’ indaga en la salud del Führer y en su relación con las mujeres

Hitler durante uno de sus discursos. / Keystone

Hitler durante uno de sus discursos.

Madrid

Hormonas, metanfetaminas, esteroides o cocaína fueron algunos de los medicamentos que consumió Hitler, hipocondríaco y drogadicto, según El paciente A, un libro de Eric Frattini que indaga en la historia médica del Führer a través de los diarios de Theodor Morell, su médico de cabecera entre 1936 y 1945.

Esos diarios, que salieron a la luz en 1981, se refieren a los cambios de humor de Hitler, la enfermedad de Parkinson que sufría, los problemas gastrointestinales y eccemas y su constante declive hasta su suicidio en abril de 1945.

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Frattini, corresponsal en Oriente Medio y autor de varias novelas y una treintena de ensayos, entre ellos cuatro sobre el nacionalsocialismo, se plantea en qué medida sus afecciones afectaron a la conducta del máximo responsable de la muerte de 17 millones de personas, incluidas seis millones de judíos y 220.000 gitanos europeos.

Consumo de Pervitin

Aunque era crítico con el uso de drogas, Frattini recuerda que el Tercer Reich toleraba las que podían ser beneficiosas para aumentar la fuerza, resistencia y eficiencia de las unidades de combate de la Wehrmacht, y que el propio Hitler consumió, como el Pervitin, una metanfetamina que causa cuadros de psicosis paranoide.

El Pervitin se podía comprar sin receta en Alemania hasta 1941, cuando fue prohibido y se restringió su uso para soldados en zonas de combate.

Ataques de pánico durante toda la vida

Desde niño Hitler sufrió cólicos, diarreas y estreñimiento relacionados con estrés o crisis nerviosas y tuvo eccema, insomnio, depresión y ataques de pánico toda su vida, aunque estaba "neurológicamente sano".

Los métodos controvertidos de su médico

Morell, que a partir de 1937 se convirtió en "su sombra", lo trataba con un medicamento que resultó ser tóxico y le producía fuertes migrañas. Sus tratamientos provocaron gran recelo entre los médicos que le habían atendido antes y en el aparato de seguridad de Hitler.

Todos coincidían en que los métodos de Morell eran "atrevidos, rechazados por falta de investigación y de gran peligro (...) debido a que la mayor parte de ellos provocarán una fuerte adicción".

Esos medicamentos incluyeron cocaína tópica, anfetaminas inyectadas, glucosa, testosterona, estradiol y corticosteroides.

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Además, le dieron un preparado a base de un limpiador de armas, un compuesto de estricnina y atropina, un extracto de vesículas seminales y numerosas vitaminas y "tónicos".

Su relación con las mujeres

El libro, editado por Espasa, explora también la relación de Hitler con las mujeres, desde su madre, que lo sobreprotegía, a Eva Braun y la adolescente María Reiter, así como los testimonios de algunas personas de su entorno que, una vez fallecido, afirmaron que era homosexual.

 
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