Lola Gaos, la actriz que menos tenía que ver con sus personajes
Era la pequeña de una familia valenciana que perdió la guerra. Nueves hermanos, la mayoría intelectuales, y un padre notario blasquista, republicano y anticlerical. Juntos darían para una película, pero al cine solo se dedicó Lola
El viaje de ida | Lola Gaos, una actriz de principios
14:50
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Madrid
Lola Gaos nunca solo tuvo cierto protagonismo en Furtivos de José Luis Borau. Dice Manuel Gutiérrez Aragón, el guionista, que "la historia se hizo para Lola Gaos", así se lo pidió el mismísimo director maño, "quiero que en la película esté Lola Gaos y un bosque" y a partir de ahí se hizo todo, "manías de director". Fue el papel de su vida, allá por 1975, en plena transición cuando la actriz valenciana lideraba a los intérpretes españoles en una huelga que paralizó el sector en una España todavía con Franco vivo y firmando penas de muerte, con lo que ellos significan.
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El cantautor Luis Pastor, compañero de luchas políticas y de algún que otro mitin, la recuerda como una especie de "Pasionaria en sus reivindicaciones, la voz valiente de los actores, una Pilar Bardem de la transición". "Decía lo que pensaba y le daba igual las consecuencias" recuerda Paca Sauquillo, con la que promovió la Asociación Democrática de Mujeres, "su feminismo era el más activista de aquellos años".
Pero volvamos al cine, o no, porque ella de niña quería ser médico. Nació en Valencia, diciembre de 1921, en la calle Jorge Juan esquina con Color, en pleno barrio modernista, a dos calles del Mercado de Colón por el que daba sus primeros pasos. Su padre, el notario más prestigioso de la ciudad, profesaba ideas muy radicales, republicanas y anticlericales. Eran los años del blasquismo en Valencia, de los seguidores del escritor y político Vicente Blasco Ibáñez que no se andaba con bromas a la hora de reivindicar.
En este ambiente va creciendo Lola rodeada además de unos hermanos "muy listos e intelectuales" evoca hoy su sobrina Elena Salcedo Gaos. Vicente Gaos, escritor, José Gaos, filósofo o Ignacio Gaos, dramaturgo, también había músicos y pintores y Lola que iba a ser actriz, pero que aún no tenía edad. Max Aub, amigo de la familia, los cita en muchas de sus novelas, cuenta Margarita Ibáñez en la biografía 'Lola Gaos, la firmeza de una actriz' editada por Bala Perdida, "era amigo de los dos hermanos mayores, estudió con ellos y habla del ambiente intelectual de esa casa".
Los Gaos tenía una película, deberían estar en la historia de España como están los Panero, los Goytisolo o los Sánchez Ferlosio. Pero claro, estos ganaron la guerra y los Gaos la perdieron, y cómo la perdieron. El padre tuvo que huir y termina muriendo en un campo de concentración francés. Ángel Gaos termina encarcelado en la modelo de Valencia. José Gaos exilia. En Valencia se quedan, junto a la madre, los más pequeños, entre ellos Lola Gaos a la que no podía perseguir por nada. Margarita Ibáñez cuenta en su biografía que "se quedaron en una situación penosa tras la muerte del padre y la división familiar, hasta perdieron la casa". Tan extrema situación y un apellido que les marcaba, Lola toma la decisión de buscarse la vida en Madrid.
Hoy por Hoy, 11-12h - 29/01/2025
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Lola Gaos llega a la capital en plena postguerra, se casa con el abogado antifranquista Gonçal Castelló, que aportó una hija al matrimonio (Luz) y luego tendrían otra, Inés. Él por su pasado rojo no tuvo fácil trabajar con normalidad, lo hacía como pasante, ella como figurante. Pero pronto empiezan a relacionarse con un grupo de valencianos entre los que estaban Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga. Con ellos hace su primer papel en el cine en la película Una pareja feliz que codirigen.
Cuando se trasladan a vivir al número 54 de la Calle Ríos Rosas descubren que tienen un vecindario ilustre entre los que se encuentran Camilo José Cela, José María González Sinde, César González Ruano o el pintor Manuel Viola. Entre los vecinos y los amigos valencianos le abren a Lola Gaos las puertas de la intelectualidad. El otro punto de referencia sería el Café Gijón donde se dejaba ver en las tertulias de actores y escritores. Algún papel le caía por esta intensa vida social o algún proyecto empresarial, como la fracasada compañía de teatro que creó junto a su hermano Ignacio y Fernando Fernán Gómez que no pasó de dos estrenos.
Pero uno de los espacios claves del desarrollo profesional de Lola Gaos fue la productora UNINCI. De ella salieron las películas de autor más importante de la época desde Bienvenido Mr Marshall de Berlanga a Viridiana de Luis Buñuel. Tanto como Lola como su marido eran socios, los Gaos mexicanos tenían buena amistad con el director aragonés, de ahí que no sorprenda que la actriz tuviese sus momentos tanto en Tristana como en Viridiana. En este última tuvo un momento de gran protagonismo con su personaje Enedina.
El gran momento de la película es la escena de los mendigos cuando Lola Gaos se levanta la falda y se muestra tal cual ante unos comensales mendigos colocados como si fuese la santa cena de Leonardo Da Vinci. Aquello, cuenta Margarita Ibáñez, "fue un escándalo y, a pesar de la Palma de Oro en Cannes (1961), provocó su censura en España donde no se pudo ver hasta 1977". La película pudo tener su recorrido internacional, pero para Lola Gaos fue un palo porque su éxito no le trajo más trabajo en España. Nadie la pudo ver.
De la escena queda la risa que para su amigo y actor Abel Vitón "mostraba la verdadera imagen de Lola Gaos, la alegre, la divertida". Llegarían años de Estudios 1 en televisión y de la mítica "Medea" que interpretó y que supuso la inauguración del segundo canal de televisión en España. Los directivos de RTVE de la época no lo veían y mostraron su rechazo al director de la obra, el americano Eduardo Fuller, al que dijeron, según Vitón, que "Lola no era una primera actriz y que además era fea". Fuller se mantuvo firme y la que hoy conocemos como La 2 empezó a emitir, les gustara o no, con la personalidad y la fuerza del rostro de Lola Gaos.
Su físico y su voz siempre marcaron su trayectoria como actriz, ella se quejaba en vida que "estaba encasillada en papeles de mujer dura, mujer malvada sin sentimientos, como un pequeño monstruo". Eso hacía que fuese una actriz que nada tenía que ver con su rostro. La Lola real era afable, educada, muy ilustrada, apoyaba a los jóvenes en la escuela de cine ofreciéndose como actriz o reivindicaba los derechos del sector. Solo era dura cuando tenía que decir lo que pensaba, ahí no se cortaba.
A su imagen tosca en el cine, porque todos los papeles los bordaba por pequeños o desagradables que fuesen, se unió al final los problemas de salud con voz. Una negligencia médica en una operación le dañó gravemente las cuerdas vocales. Nunca se quejó ni lo denunció, lo asumió. Todos los que le conocieron le admiraban. Para el mundo del cine, aunque quede cursi, dice Manuel Gutiérrez Aragón que "fue una actriz de culto". Para los amigos y compañeros una persona que lo dio todo y que se mantuvo, como buena Gaos, firme en sus ideas.
Lo de ser comunista, como le dijo en una entrevista a José María Iñigo, lo llevaba "a mucha honra". Abel Vitón, amigo que no se separó nunca de ella, hasta cuando el resto la dejó sola, dice que la recuerda "con mucho cariño y agradecimiento, como una mujer generosa y entregada que tuvo una vida que, entre la guerra, la postguerra y luego la enfermedad no se merecía". Pero le tocó y ella misma se despedía en una entrevista en la Cadena SER dejando claro que había hecho "cosas que merecían la pena y que con eso se quedaba". Lola Gaos, historia del cine español.
Pepe Rubio
Redactor guionista de Hoy por Hoy. Llevo a antena las secciones "Desmontando mitos" , "Viaje de ida"...