Obispa
Antes de 1967 hubiera sido raro reconocer ese femenino en España cuando el culto protestante estaba prohibido en público
Madrid
Las palabras de Mariann Bude a Trump en el sermón del servicio religioso de su investidura han dado la vuelta al mundo. Y aquí en España dudamos al referirnos a ella sobre si esta mujer es obispo o si es obispa. Y sí, es obispa, porque el femenino, perfectamente construido, está ya registrado en el diccionario de la RAE para nombrar a "la mujer que en algunas iglesias cristianas gobierna una diócesis". Antes de 1967 hubiera sido raro reconocer ese femenino en España cuando el culto protestante estaba prohibido en público.
Y además, tampoco había mujeres obispo en el mundo. La primera fue ordenada en EE.UU. en 1989, y en Inglaterra, en 2015. Así, los académicos españoles registraron en 2001 la palabra como común en cuanto al género - el o la obispo -, y en 2014 aceptaron definitivamente el femenino obispa.
En la Iglesia católica aún no hay obispas ni se las espera. Tampoco mujeres que ejerzan el sacerdocio. Pero si llegan, ya tienen también el femenino sacerdotisa, registrado también en 2014 para nombrar, en general, al "ministro propio de una religión o de un culto", aunque en esta acepción siguen recomendando los académicos la forma sacerdote, quizás porque sacerdotisa suena pagano y "sacerdota" sonaría raro. En cuanto al papado, más de lo mismo. No hay mujeres papa, pero el femenino papisa está registrado desde 1884, eso sí, como "voz sin verdadero sentido", porque se refería a un personaje de leyenda, la papisa Juana. Sin embargo, desde 2014 se define ya a la papisa como "mujer que ocupa el papado". Los académicos españoles ya han dado el paso, ahora falta que en Roma algún papa siga el camino.