Sara Torres, escritora: "A veces nos permitimos el deseo de otros, no el que verdaderamente moviliza en lo profundo nuestra fantasía"
Aimar Bretos entrevista a la escritora Sara Torres
Madrid
Sara Torres es una escritora asturiana que se doctoró en la Universidad Queen Mary de Londres con la tesis 'El texto lesbiano: Fantasía, fetiche y devenires queer'. En su obra literaria ha desarrollado esos intereses a través de libros de poemas y de dos novelas: 'Lo que hay' y 'La seducción'. El deseo entre mujeres, el análisis de la seducción, las relaciones y los cuerpos son temas centrales de su escritura. En 'Hora 25', hablamos con ella.
¿Qué diferencia el deseo homosexual del heterosexual? "Yo no puedo hablar de lo que no conozco, así que nunca hablaré de hombres ni del deseo heterosexual. Del deseo tienen que hablar las personas a las que les atraviesa, eso sería lo justo. Sí que podemos pensar que el deseo heterosexual, al margen de su práctica concreta, tiene que ver también con una educación en la heterosexualidad que recibimos todos los cuerpos por igual. Entonces, en ese sentido, yo he sido tan educada como tú en el deseo heterosexual, y sí que siento que las relaciones entre mujeres implican un alejamiento con respecto a muchos aprendizajes que tuvimos sobre lo que debería ser la complementariedad, la pasión o estar con un opuesto.
Y continúa: "Me llama mucho la atención que aceptamos esta idea de que tenemos que ser opuestos complementarios en el deseo y en el amor. Y a mí no me interesa la oposición, sino que me interesan las alianzas desde la diferencia. Es que yo no pienso que tenemos que relacionarnos ocupando roles opuestos, de hecho lo opuesto es muy violento, pero la diferencia genera suficientes tensiones ya. Tampoco creo que seamos los cuerpos opuestos entre sí. Todos los cuerpos nos diferenciamos entre nosotros y hay que buscar diferencias cuyos encuentros sean creativos, tiernos y hermosos, no tensiones que levanten una pasión fatal".
Las entrevistas de Aimar | Sara Torres
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El deseo y la ternura
"Es importante no descalificar la ternura como si fuese menos sexy, la ternura está llena de pasiones muy intensas", explica Torres. "Yo creo que lo sexual o lo pasional no tiene por qué dejar de ser tierno, no pierde categoría de fogueo por entrar en la ternura. La ternura es aquel tipo de tratamiento que facilita la vida, la confianza y dormir bien por las noches. La ternura acompaña al fogueo cuando el fogueo acompaña la vida. Cuando el fogueo es peligroso para la vida es sin ternura, pero cuando el fogueo tiene ternura no deja de ser fogoso y, sin embargo, nos permite crecer y estar tranquilas".
¿Es compatible sentir un deseo no tierno y un deseo bañado por la ternura? "Yo no conozco el deseo no tierno, por eso no puedo hablar. Nunca he sentido deseo sin luego sentir una adhesión de querer como el bien para ese cuerpo. Para mí la ternura es como un deseo de bien para el cuerpo que me acompaña", contesta la escritora. "Cada vez que he sentido deseo he deseado que ocurriese una conversación y algún tipo de vínculo. No he deseado casarme con esa persona ni he deseado que me eligiese como la única de su vida ni nada, pero sí que he deseado un reconocimiento de que mi vida tenía valor para esa persona y también he reconocido un valor más allá de la belleza y de cierta atracción".
Pero, qué pasa cuando esa posición de deseo no se ve correspondida, sí en el deseo, pero no en el tipo de deseo generoso, tierno... "Sí que he sentido que igual no respondían con ternura a mi deseo y es cierto que lo que queda después es, a veces, un pequeño susto. Y ese susto tiene que ver con dudar si nuestra vida tiene valor, porque alguien ha conocido nuestra intimidad y luego ha decidido no querernos, y eso asusta. Cuando alguien comparte desnudez emocional y física contigo y decide no querer o no ser tierna contigo, a mí me generó esas veces como un susto y una duda sobre el valor de la propia vida. Por eso intentaría no exponerme en la medida de lo posible a eso, pero nadie puede estar a salvo siempre".
Seducción, tiempo y consumo
"Nuestra tradición de la seducción nos lleva a pensar que la seducción tiene que conseguir un objetivo concreto. De hecho, el objetivo concreto suele ser sexual, pero a mí me interesa mucho la seducción como una aproximación que no tiene una resolución en particular, que puede ser simplemente un acercamiento que nos lleva a una amistad, a una sabiduría que no esperábamos, que nos lleve a la ternura... No solamente a la sexualidad", reflexiona Sara Torres sobre el concepto de seducir.
"La seducción es la artesanía del acercamiento, de unir mundos", dice la escritora. "Cualquier artesanía necesita un estado de atención, un espacio y una calma para ver a lo otro, para ver lo que tenemos delante. Cuando lo que estamos viendo es nuestro propio objetivo, lo que queremos de alguien o lo que estamos viendo es el siguiente paso, es imposible tener la atención para los detalles que nos están dando siempre la información más valiosa".
Hay un punto de consumo del otro en seducir, en desear: "Es un interés de consumo que puede tener muchas modalidades distintas, porque yo puedo estar conversando con alguien y sentir que lo que quiere de mí es alguien a quien pasear esa noche, una noche intensa o que lo que quiere de mí es la madre de sus hijos. Igual yo no estoy preparada para ninguna de esas cosas, pero sí quiero entrar a conocer a la persona con la que estoy hablando. Ninguna me aterra si es una persona que a mí me revoluciona y de pronto me deja con el guion abierto. Yo no tengo el guion cerrado".
Permitirnos el deseo
"Hace poco conocí a una persona que me ha dejado con el guion completamente abierto. Tenía muchísimas ideas sobre mi vida y ahora no tengo demasiadas, eso es lo alucinante de la seducción, que la otra persona puede abrir campo a la imaginación, no que se tiene que adaptar a tu modelo relacional o a tu modelo de futuro, sino que lo bonito es perder los papeles y ganar papeles nuevos. Las escritoras somos un poco pesadas y tendemos a guionizarlo todo también en la vida y es maravilloso cuando alguien coge el orden ahí", cuenta la asturiana.
"Hay distintos tipos de riesgo. Hay un aparato defensivo que tenemos en el cuerpo por el cual nos protegemos de la propia pasión, porque también aprendemos la represión desde niños, desde niñas. Ese es el riesgo que tenemos que afrontar, el que tiene que ver con mirar de frente a tu propio aparato represivo y ser capaz de desear, y eso es muy difícil. Es dificilísimo permitirnos el deseo. Y cuando pensamos que nos estamos permitiendo el deseo, a veces nos estamos permitiendo el deseo de otros, de la norma, el que nos han dicho que está bien, pero no verdaderamente lo que moviliza en lo profundo nuestra fantasía o nuestro misterio", concluye Sara.
Josema Jiménez
Periodista de Sanlúcar de Barrameda. Trabajo en la Cadena SER desde 2018. Antes en Hoy por Hoy, ahora...