Rarezas botánicas y coleccionistas de plantas
La welwitschia es una planta que puede vivir miles de años y en condiciones hostiles
Nos empeñamos en inventar cosas que no existen, pero algunas de las que existen en este planeta son lo suficientemente extrañas como para formar parte de una película de ciencia ficción.
Rarezas botánicas y coleccionistas de plantas
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La welwitschia
Hace unos días publiqué en El País un artículo sobre este portento de la naturaleza. Y entrevisté a uno de los mayores expertos de esta especie, el botánico sudafricano Ernst van Jaarsveld, quien me enseñó los misterios de la Welwitschia. Es una planta que crece en el desierto de Namib, entre Namibia y Angola, con muy poca agua al cabo del año y temperaturas abrasadoras a ras de tierra. Es un paisaje árido, seco, muy duro para que una planta pueda vivir en él.
Lo primero, vamos a definir su tamaño de forma muy visual, y diremos que puede medir como un carro de barrendero, tanto de alto como de ancho. Su principal característica es que se trata de una especie que tiene solo dos hojas, que salen directamente de lo que parece un tronco cortado. Nos podríamos imaginar un tocón de un árbol cortado a ras de suelo del que salen dos hojas muy anchas, como si fueran unas lenguas verdes. Pues bien, la peculiaridad de estas hojas es que no dejan de crecer NUNCA, como si fueran eternas. Crecen y crecen, y durante los cientos y cientos de años que puede vivir esta planta, la punta de estas hojas se desgasta y se seca. Después de unos cientos de años, parece como si no fueran solamente dos hojas alargadas, sino que de tanto dividirse en la punta da la sensación de que tuviera muchas más hojas, y da una sensación de un pulpo gigante que saliera de la tierra.
¿Cómo es posible que una planta así pueda vivir mil años?
Es la sencillez hecha planta, como decía Ernst en la entrevista: una planta que solo tiene la base de un tallo (ese tronco cortado que decíamos) y dos hojas. En palabras de este botánico, “es realmente la única planta perenne del mundo, no como las de las demás plantas, que pierden hojas y ramas”. Cada año, esas hojas pueden crecer como máximo unos 15 centímetros de longitud. Ese crecimiento lento y continuo asegura a la especie una longevidad, como le ocurre a otras plantas: el olivo (Olea europaea) o la secuoya (Sequoiadendron giganteum) son dos de esas otras especies vegetales muy longevas.
"Plantas piedra"
Los litops (Lithops spp.). Este género de plantas es otra de las rarezas que podemos encontrar en el mundo vegetal. En este caso entrevisté a Manuel Muñoz, al que se conoce como ‘Manolithops’ en el mundo jardinero, que nos enseñó a cuidar de estas plantas tan peculiares. De nuevo, y como con la Welwitschia, nos tendríamos que ir al sur de África para encontrar el origen de este género tan singular.
Pero esta coincidencia geográfica no será lo único que comparta con la Welwitschia, sino que también tiene la peculiaridad de poseer solamente dos hojas. Para describirla, habría que decir que estas dos hojas salen a ras de suelo, y son muy carnosas y están unidas entre sí. Por su parte superior son casi planas, y están decoradas con dibujos muy orgánicos, como líneas, otras veces con un punteado, otras con manchas… Esto depende de la especie.
Estas hojas adquieren los colores de las piedras y de la tierra del entorno, para camuflarse perfectamente, y la verdad es que a veces cuesta encontrarlas, de lo depurado que es su camuflaje. Al contrario que en la Welwitschia, las hojas de los litops se renuevan todos los años, y las nuevas emergen de entre las viejas, que se secan y ceden su reserva de agua y de nutrientes a las dos hojas nuevas.
Los litops son unas plantas fascinantes que tienen unas preciosas flores, parecidas a margaritas, de colores amarillos, anaranjados, blanquecinos… ¡Un espectáculo! Es muy posible que algún día traiga algunos litops para cultivarlos en la terraza, pero me esperaré a que llegue la primavera para hacerlo.
Coleccionistas de plantas
Los litops son tan distintos, tan llamativos y de tamaño tan manejable, que son motivo de colección, porque se salen un poco o mucho de la regla general, y eso llama mucho la atención. Hay muchas plantas que generan auténtica pasión, como estos litops, o las orquídeas, por ejemplo, y los aficionados a cultivarlas siempre quieren hacerse con la novedad, con la orquídea diferente, con la que tiene una floración con otro color o con alguna peculiaridad que no tuviera. Nosotros, en nuestra terraza, ya vamos haciendo un buen acopio de algunas plantas, y entre ellas tenemos distintas especies de un mismo género. Seguramente que del que cultivamos mayor número de especies ahora mismo sean los sedum (Sedum spp.), unas plantas suculentas —de las que retienen agua y nutrientes en alguna parte de su cuerpo— de las que tendremos unas 12 especies diferentes. Es un buen número para comenzar una colección, y podríamos pensar en especializarnos en ella.
La riqueza de las plantas cultivadas es tan, tan enorme que, a veces, uno se decide por acotar y especializarse en un tipo concreto de plantas. Estoy seguro de que algunos de los oyentes que nos escuchan tienen más de una planta de algún tipo: quizás sean varias orquídeas mariposa (Phalaenopsis cv.) o tres potos (Epipremnum sp.) con hojas de distinto color. Así se comienza una colección, y el cultivo jardinero se convierte en un juego para conseguir la planta que te falta.
Eduardo Barba
Eduardo Barba Gómez es jardinero, investigador botánico en obras de arte, paisajista y profesor de jardinería....