'Flow', la película de animación de un treintañero de Letonia que planta cara a los grandes estudios de Hollywood
Gints Zilbalodis firma una de las grandes joyas y sorpresas de la temporada, una historia de supervivencia y amistad protagonizada por un gato en medio de un mundo inundado
Madrid
Gracias a la apertura de los festivales internacionales y los avances en diversidad en la industria americana, en los últimos años ha empezado a emerger con fuerza una animación independiente fuera de los grande estudios, es decir, más allá de las taquilleras producciones de Disney, Pixar o Dreamworks. El año pasado, sin ir más lejos, Pablo Berger logró la ansiada nominación al Oscar con Robot dreams, una película que pasó por Annecy y Cannes, protagonizada por un perro y un robot y sin diálogos. Un camino similar ha seguido esta temporada Flow, un mundo que salvar, obra del autor letón Gints Zilbalodis (Riga, 1994), cineasta que, con su segundo largometraje, ya ha conquistado cuatro premios en el certamen más importante de animación, ha ganado el Globo de Oro y es el favorito para el Oscar. "Es realmente increíble ser reconocido frente a las grandes películas de estudio, que una película independiente haya ganado contra los grandes estudios que tienen presupuestos de marketing muy grandes, es un poco difícil. Es muy difícil competir así, pero creo que las cosas están cambiando y la gente está empezando a abrazar la animación independiente y también las películas realizadas fuera del sistema de Hollywood y que proceden de diferentes países. Los premios son simbólicos pero para nosotros marcan una gran diferencia. Es bastante difícil hacerse notar hoy en día, hay tantas cosas que compiten por tu atención que es todo muy difícil. Flow ha encontrado un público y creo que la animación puede viajar con bastante facilidad a través de diferentes culturas, me siento un privilegiado y estoy saboreando este momento", confiesa el autor en una entrevista virtual con la Cadena SER.
Tras varios cortometrajes con recorrido por festivales y su debut en 2019 con Away, la historia de un chico y un pájaro huyendo en motocicleta, el director ha dado un salto en su carrera con Flow, un proyecto protagonizado solo por animales que -por suerte- no hablan en un mundo apocalíptico donde han desaparecido los humanos y todo está inundado de agua. En el centro de esta aventura está un pequeño gato negro que tiene que aprender a superar sus miedos, a sobrevivir y a emprender un viaje sin destino por ese inmenso paisaje. "Es una película que funciona para todo tipo de público. Es una película familiar, pero no me gusta faltarle el respeto a los niños y no se trata de darles de comer con cuchara o hacerlo todo más simple, ni meter bromas constantes. Hay que dejar que los niños realmente descubran las cosas por sí mismos, y también es importante que los adultos no se aburran, de ahí que la historia tenga una capa más filosófica", añade.
"Creo que si de verdad te importan estos personajes es porque son retratados como perros y gatos de verdad. No son solo animales parlantes que se comportan como humanos. Nos involucramos emocionalmente más, nos importa más que un gato pase por todo esto que un humano. Y no hemos visto una película como esta antes, en la que un gato de verdad sea el protagonista. Además es una experiencia en la que tienes que prestar mucha atención y, si lo haces, te recompensa con algo que es bastante cautivador. La experiencia en cines es clave, porque sé que hay series de televisión que se hacen hoy en día en las que puedes ponerlas de fondo y entender todo lo que está sucediendo. Pero en este caso, realmente tienes que prestar atención y encontrar estas pistas que hemos ocultado para que descubras qué pudo haberles pasado a los humanos que estuvieron allí, ¿por qué se fueron? Es una especie de misterio que realmente te engancha", defiende de esta historia realista donde han estudiado los movimientos de los animales y han hecho un fantástico trabajo de sonido inmersivo.
La película, con la que Gints Zilbalodis demuestra su virtuosismo con tomas largas y una ambientación entre lo onírico y lo realista, arranca con esas inundaciones que obligan al protagonista a ponerse a salvo mientras huye de otros animales. "Creo que es bastante llamativo y no necesitamos explicarle a nadie que a los gatos no les gusta el agua. Por lo tanto, funciona bastante bien como nuestro diálogo cuando lo vemos después aprender a nadar. Es una imagen muy fuerte y podemos expresar muchas cosas con el movimiento. Y aunque no hay diálogos, pasamos mucho tiempo escribiendo esta historia, escribiendo muchos borradores diferentes, y fue evolucionando, y era importante que estos cinco personajes principales fueran interesantes, tuvieran sus propios viajes y cambiaran a lo largo del tiempo. No es una historia de buenos o malos, ni de villanos. Todo el mundo está en una zona gris en la que estos personajes tienen defectos como los que tienen las personas reales, por eso los hace interesantes. Al igual que todo este mundo que hemos construido, está ahí para ayudarnos a entender lo que siente el gato. Está ahí por una razón: la emoción, la lógica y la historia están realmente conectadas. Es un poco difícil separar la narrativa de las imágenes", explica.
La historia de Flow puede leerse como una reinvención del Arca de Noé, un relato repleto de metáforas que funciona a un nivel superior como una fábula sobre la supervivencia en medio de los efectos del cambio climático y como una reivindicación de lo colectivo, de la amistad y la comunidad, de la ayuda mutua y la salvación conjunta. De ahí que el arco narrativo de la película sea la relación del gato protagonista con otros animales, como un perro o un lémur, personajes que aprenden a superar sus diferencias y adaptarse al nuevo entorno. "Todos en esta historia buscan un lugar al que pertenecer o un grupo que los acepte y tienen diferentes formas de lograrlo. Todo está diseñado en torno a esta idea del individuo frente a la sociedad y adónde pertenece, pero tampoco es tan sencillo. Como vemos en el viaje del gato en esta película empieza siendo muy independiente y haciendo las cosas a su manera, y luego, gradualmente, aprende a tener más confianza y ser más colaborativo. Pero por otro lado, también tenemos este personaje del perro que es todo lo contrario. Empieza siendo muy confiado y siempre buscando a alguien que le diga lo que tiene que hacer y luego gradualmente se vuelve más independiente. Quería demostrar que hay aspectos positivos y negativos en ambos extremos. Y creo que es importante encontrar ese equilibrio para uno mismo y saber que lo más importante es ser independiente, pero también colaborar y confiar en los demás", argumenta.
Gints Zilbalodis, que tiene ahora solo 31 años, nunca ha ido a una escuela de cine ni ha pasado por academias o residencias creativas. Ha sido un joven autodidacta que aprendió con tutoriales de Youtube a poner imágenes en movimiento con la animación. En sus trabajos anteriores se ha ocupado de casi todos los procesos de la película, en esta ocasión, siendo Flow una coproducción con Bélgica y Francia, sí ha contado con un equipo de animadores que le han acompañado trabajando en 3D con un software libre. Aún así, el autor letón es el guionista, director, montador y co-compositor de la música. "Hacer mis películas anteriores fue una especie de escuela de cine no oficial en la que aprendí haciendo todas estas diferentes tareas. Ahora tengo la oportunidad de colaborar, sé lo que hace el compositor, el diseñador de sonido y los animadores, pero sé lo básico, no soy un experto en ninguno de estos campos. Creo que un director debe saber lo básico y luego aprender muy rápido. No hice la animación porque no soy un gran animador y no me dediqué al sonido, me alegra que lo hagan personas más inteligentes que yo. Pero otras cosas, como el diseño de la cámara, la iluminación y la música, tenía muchas ganas de ser muy práctico e implicarme. En muchas de estas cosas también colaboro con otras personas. Me gusta el proceso, lo disfruto mucho. También requirió mucha confianza por parte de todos, convencer al equipo de que confiaran, de que cuando la música, la animación y el montaje se unieran, todo tendría sentido", concluye el autor de esta emocionante epopeya que es toda una experiencia inmersiva y sensorial en la naturaleza de la mano de este grupo de animales. Una de las grandes joyas de la animación de los últimos años.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...