El saludo nazi de Musk

Barcelona

La coronación de Donald Trump fue tan alucinante que quedan demasiadas rarezas entre las que escoger una preferida. Ahí tienen las medidas arancelarias para empobrecer a los vecinos, sobre todo mexicanos y europeos. Ahí la guerra contra los emigrantes, del todo ilegal, pues es a punta de bayoneta. O los 1.500 indultos a los asaltantes golpistas del Capitolio que seguían las órdenes del ahora presidente, también condenado como criminal, pero ay ay ay, en un juicio por sobornos sexuales. También ahí hay donde escoger. O entre Donald y Melania. Un alivio, ese sombrero, entre tanto despliegue hortera y repeinado.

Otros agradecerán la salida del armario nazi protagonizada por el mayor plutócrata del mundo, Elon Musk. El saludo a la romana ha tenido tres versiones en el siglo XX: el de Hitler, más picudo; el mussoliniano, como a media asta; y el franquista, de sube-y-baja rápido. Musk eligió el nazi, lo que concuerda con su campaña en favor del partido Alternativa para Alemania, plagado de hitlerianos post mortem. O es un idiota o es un fascista. Como el hombre más rico del mundo no puede por definición ser un imbécil, pues ya saben: lo han entendido bien el Bundesbank, y el Ministerio alemán de Defensa y otros miles de miles, quitándose de miembros de su red social X.

Musk va de listillo, replica que todo son “trucos sucios” de sus opositores: pues haberse quedado con la mano en el bolsillo, hombre. Y añadíó “el ataque de todos son Hitler es muy agotador”: menuda sandez, nadie dijo eso. A algunos les evocará a nuestro simpático Feijóo diciendo que los recuerdos de Franco, ay, “qué pereza dan”. No se rían, caramba, dicen esas cosas. Los agotados.