El PP opta por ser neutral en la relación con Trump, pero preocupa que pueda espolear a PSOE y Vox

Madrid

Uno de los momentos culmen de la relación bilateral USA España ocurrió en 2002; un Aznar con las piernas desparramadas sobre la mesita, masticando un puro bromeaba en compañía de George H. Bush en plena cumbre del G8. Eran los tiempos de la guerra de Irak, que en parte se llevó por delante el mandato conservador que el PP ostentaba desde 1996. Desde entonces Génova ha discutido sobre qué enfoque aplicar a la convivencia con el gigante americano. Ocurrió con el propio Bush, con Obama y en los primeros compases de Trump, pero las dudas se acrecientan con el segundo advenimiento del magnate.

En la dirección del PP lo ven ahora mismo muy claro; hay que esquivar la polarización que pretenden PSOE y Vox, optando por una visión diplomática, institucional y sorteando las polémicas. “Es una decisión del propio Feijóo que ante la posibilidad de escorarse entre el protrumpismo y antitrumpismo, ha optado por quedarse en el centro”, nos explican en el entorno del líder popular. Recuerdan en Génova los apuros que pasa España cuando la batalla ideológica impregna la política exterior (lo ejemplifican con la situación actual Sánchez / Milei y lo que le pasó a Zapatero por no levantarse al paso de la bandera americana).

Barones populares que hasta hace nada gobernaban con la extremaderecha minimizan la presencia de Abascal en Washington en la toma de posesión: “Se quedó fuera, era uno más entre miles de invitados”, pero otros no ocultan su preocupación por que Vox pueda ver legitimados sus postulados, “porque algunas de las banderas de Trump se pongan de moda y nosotros no podamos agitarlas”. A ese run run se suma la idea de que el PSOE aprovechará para hacer frente a la ola reaccionaria y esto podría revitalizarle.

Trump confunde a España con un miembro de los BRICS y promete imponerles aranceles del 100%

Con todo la mayor parte de los líderes regionales están con Génova; lo mejor es evitar entrar en los debates trampa y optar por la institucionalidad. En esa línea se enmarca el tweet de bienvenida de Feijóo. Aunque hay una baronesa que no piensa rehuir el tema tan fácilmente. Ayuso ha dicho en un desayuno informativo que ella se encargará “personalmente” de que Trump no coloque a España en el grupo de los BRICS, como ha hecho erróneamente el nuevo presidente americano.

Los halcones del PP no ven con buenos ojos esa política neutral que propugnan desde el cuartel general. Los pata negra de la formación no entienden que “dejemos todo el terreno de esta batalla cultural a Abascal”. “De Trump me gusta casi todo, salvo su intervencionismo del libre mercado”, nos confiesa una representante de este ala dura popular que lamenta que su partido no se arrime a la vera ideológica del nuevo mandamás de Washington.

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Hay un último grupo; el que le quita importancia al tema. Uno de los presidentes regionales recuerda que la política americana (al margen de las derivadas económicas) tiene influencia relativa en la política española y lo hace con un ejemplo muy llamativo: "sólo nos afecta de forma grave cuando somos nosotros los que cometemos errores, como cuando Aznar se obsesionó con meterse en la guerra de Irak".