El patrón se va de casa
Las presencias en su toma de posesión indican que el jefe del universo liberal se ha pasado al enemigo, al mundo iliberal. Nunca se había visto una ceremonia tan sectaria
Barcelona
La coronación de este Donald Trump augura una catástrofe. La crisis más grande de un hogar se produce cuando el patrón, o la matrona, se va de casa. EEUU no es un patrón cualquiera. Es, o mejor dicho, era hasta ahora el líder indiscutido –hoy en el error, mañana en el acierto—del mundo libre. Y el patrón ha decidido largarse.
Ni siquiera hay que entrar al detalle de los discursos. Baste mirar las presencias en su toma de posesión. Indican que el jefe del universo liberal se ha pasado al enemigo, al mundo iliberal. Nunca se había visto una ceremonia tan sectaria. Por fijarnos sólo en la Unión Europea, que era la gran socia de la nación americana, antes que Japón y Australia: de sus 30 gobernantes, 27 jefes de gobierno o de Estado y quienes encabezan el Consejo, la Comisión y el Parlamento ¿cuántos y quiénes han sido invitados? Sólo dos: un apestado corrupto y prorruso, el húngaro Víktor Orbán: y una heredera, eso sí, hábil, del fascismo italiano, Giorgia Meloni.
Ni Ursula von der Leyen , ni António Costa, ni Roberta Metsola, ni Olaf Scholz, ni Emmanuel Macron, ni Pedro Sánchez… ni el vecino Keir Starmer. Lo de Macron es de suspenso en un manual de buena educación, después de lo obsequioso que se mostró con el criminal magnate en la reinauguración de la catedral de Notre Dame.
O sea, sectarismo, ultraderechismo, horteridad reaccionaria. Ningún respeto por los aliados. Ya no por los gobernantes, sino por los Estados, ese invento de hace 377 años, cuando la paz de Westfalia. Sin ella, no existirían los EEUU de América del Norte. Trump nos hace retroceder siglos.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...