Que la vida no nos sea indiferente

Madrid

Empezamos de nuevo, y empezar es siempre volver a empezar, porque se empieza la vida muchas veces. Empezamos no sólo en enero, ni en las grandes citas de septiembre, cuando los veraneantes vuelven a sus ciudades y las calles se llenan de libros y carpetas escolares con el inicio del curso. En realidad, volvemos a empezar todos los días, y haremos bien cada mañana en recordar la voz de Mercedes Sosa cuando nos canta el deseo de que la vida no nos sea indiferente.

Durante las navidades hemos repetido muchas palabras como deseo, paz, feliz, prosperidad, salud, palabras que intentan llenar de poesía los mensajes y las conversaciones. Como yo soy un poeta realista, no me gusta que a la poesía se la lleve el viento, estoy convencido de que debe mezclarse con la realidad. Las buenas intenciones pueden ser un compromiso de cada uno de nosotros y nosotras cada vez que abrimos la puerta.

Si se trata de salir a la calle, que no seamos indiferentes ante la desigualdad, la violación de los derechos humanos, los genocidios o la privatización de los servicios públicos. Y si se trata de abrir la puerta para volver a casa, intentar respetarnos a nosotros mismos para mantener la dignidad delante de un espejo. Si somos médicos, que cuidemos a nuestros enfermos con solidaridad. Si somos profesores, que ayudemos con vocación a nuestros alumnos. Si somos periodistas, que no trabajemos para desinformar y mentir en favor de las élites. Y si somos jueces, que defendamos la independencia de la justicia y no nos conviertan en marionetas de la crispación y los intereses partidistas.

Que la vida no nos sea indiferente, Àngels. Cada año, cada curso, cada mañana, volvemos a empezar.