Disfrutar más que mortificarme

Espero que sí, esta vez espero cumplir mis propósitos de año nuevo. Estoy decidida a conseguirlo y por eso mi lista es muy corta. Dos cosas quiero para 2025: desapuntarme del gimnasio y dejar de hacer dieta. No sé qué me ha pasado en 2024, pero he vuelto a caer en el vicio de pagar una cuota mensual para andar sin ir a ningún lado o cargar pesos completamente inútiles.

Yo quisiera hacer ejercicio como antes: con una finalidad, un objetivo, ya sea cultivar un huerto o jugar al pilla-pilla. Pero sería un poco raro ponerme ahora a perseguir a gente en el centro de Barcelona y para el huerto no tengo ni un balcón donde poner cuatro macetas. Dejar el dietetismo lo veo más difícil dado el pensamiento mágico imperante que fía el éxito tanto erótico-afectivo como profesional a la delgadez.

Las mujeres crecimos con el ejemplo de Rosa López, metida en vereda corporal a pesar de que su vocación era cantar, mucho antes de que nuestras contradicciones se plasmaran en una Lalachus pidiendo que dejemos de juzgar el físico de los demás tuneada de arriba a abajo para que, supongo, la veamos guapa. No muy lejos de ella, una mujer adulta, madre y embarazada era ataviada con ridículas indumentarias, plumero incluido, inventadas por un simpático estilista que no parece quererla mucho.

Sea como sea, yo espero resistir en esta esquizofrénica cultura y jugar más que ejercitarme, disfrutar más que mortificarme. Lo mismo les deseo a todos ustedes.