Andrew Garfield: "Es saludable ver otro tipo de masculinidad, a un hombre que no se siente amenazado por una mujer con poder"
El actor derrocha química con Florence Pugh en el drama romántico 'Vivir el momento', una película sobre el tiempo, el amor y la enfermedad
Madrid
No hay drama romántico que pueda funcionar sin la química de sus protagonistas. Esa ciencia tan inexacta y misteriosa para los actores, que a veces se da y otras no. Más allá del guion, de la dirección, es un intangible que no surge solo con ensayos. "Es extraño conocer a alguien tan íntimamente y tan rápido mientras hay cámaras grabando. Es un trabajo extraño y surrealista el que hacemos como actores y, si tenemos suerte, podemos trabajar con personas a las que respetamos, admiramos y creemos que tienen mucho talento. Y luego es aún más emocionante y gratificante si esa persona es cariñosa y respetuosa, si esa persona es un lugar seguro con quien viajar a lugares íntimos. Y eso es lo que Florence es y fue para mí, sin duda. Y espero haberlo sido por ella", explica Andrew Garfield de su mágica conexión con Florence Pugh, protagonistas de 'Vivir el momento', una historia sobre el amor, la enfermedad y el tiempo.
"Tienes que tener mucha fe en la otra persona y de antemano no tienes ni idea de si va a funcionar. Gracias a Dios en este caso lo encontramos y funcionó. Es curioso también porque después tiene que haber una especie de cierre del ritual. Acabas de abrir todo ese océano de emociones y luego tienes que ser muy responsable y ser capaz de trazar una línea que lo convierta en algo sagrado. Fue una experiencia maravillosa", añade el actor británico del tour emocional que supuso este proyecto.
La película, que parte del encuentro inesperado y accidental de un hombre en horas bajas y una mujer estresada, abarca una década, con sus idas y venidas, con los primeros pasos torpes del romance, con el noviazgo, la mudanza, la vida en común o la decisión de formar una familia. Como en la serie de Sorogoyen Los años nuevos pero en versión más melodramática y menos naturalista. Nicky Payne, autor con solo unos cuantos títulos como La ultima carta de amor y la serie Wanderlust, escribe el guion de este drama que juega con el desorden temporal y que dirige el irlandés John Crowley, conocido por películas como Brooklyn.
"Me encantó la mezcla que había en el guion de Nick. Un amor profundo con un estudio sobre la mortalidad, en lugar de que la película fuera solo el romance o la historia de una enfermedad, sino que plantea lo que significa intentar crear una vida juntos. Si la cantidad de tiempo que van a pasar juntos, se reduce, eso pone de relieve lo que es importante en la vida. Esa es una pregunta a la que se han enfrentado demasiadas personas que están en mi entorno de una forma u otra. Y pensé que esa doble pregunta en una película divertida, conmovedora y contemporánea, con dos papeles fantásticos para los actores, era algo nuevo y una oportunidad maravillosa", defendía el director junto al actor protagonista en conversación con la Cadena SER en el pasado Festival de San Sebastián.
Vivir el momento es una reflexión, bastante cursi, eso sí, sobre el amor y el tiempo, sobre cómo afrontar una vida con fecha de caducidad, sobre cómo disfrutar bajo el sufrimiento, sobre los recuerdos que uno quiere dejar y conservar, sobre las últimas cosas que se quieran hacer y para quién. Un drama adulto que trata de reformular muchos clichés de este tipo de películas y que también moderniza las relaciones de poder dentro de la pareja con un hombre, el que interpreta Andrew Garfield, encarnando otro tipo de masculinidad.
"Es un tipo diferente de protagonista romántico que no vemos retratado muy a menudo. Alguien que no se sienta amenazado por una mujer que tiene su propio poder, su propia ambición y su propia luz. Y fue algo hermoso ser la mitad de la pareja que no deseaba ser el centro de atención de esa manera y que estaba feliz de estar en un asiento común. Hablamos mucho con el equipo sobre una masculinidad sana. No era solo cuestión de retratar a un hombre sensible y cariñoso, y en sintonía con su pareja y su hija, también era preciso que pusiera límites muy fuertes sobre cómo aceptaría que lo trataran y cómo no. Es algo saludable, no vemos muy a menudo a un hombre que apoye a una mujer de una manera incuestionable, sin ni siquiera pensarlo", añade el actor de un personaje de madurez en su carrera. La película, que cae en numerosos excesos melodramáticos y giros sentimentaloides, es, sin embargo, efectiva, divertida y conmovedora, por esa pareja tan especial que forman dos actores entregados a la causa.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...