El tribunal penal de Aviñón, al sureste de Francia, ha declarado culpable de todos los cargos a Dominique Pelicot en el juicio por las violaciones múltiples durante casi una década a su mujer, Giséle, a la que drogaba para que otros hombres también pudieran abusar sexualmente de ella. La condena que ha recaído sobre él es de 20 años de prisión, la pena máxima, tal y como solicitaba la Fiscalía. Su abogado ha anunciado que están considerando recurrir la sentencia. El plazo para hacerlo es de diez días a partir de este jueves. Todos los hombres procesados en este caso han sido declarados culpables de algún delito: 47, por violación -entre ellos, Pelicot-; dos, por intento de violación, y otros dos, por agresión sexual. De los 51 condenados, seis van a quedar en libertad porque sus penas oscilan entre 3 y 5 años de cárcel o bien por motivos de salud. La condena de los acusados se ha conocido este jueves en una vista que se inició poco después de las 9:45 de la mañana y a la que Gisèle Pelicot, de 72 años, llegó minutos antes aparentemente tranquila pese al gentío que le esperaba a las puertas del tribunal de Aviñón. Muchos de ellos portaban pancartas en las que le mostraban su cariño con lemas como «Gracias, Gisèle». Durante la lectura de la sentencia, la mujer ha mirado fijamente a cada uno de los acusados, que se iban poniendo en pie a medida que conocían la decisión del tribunal, según informa el corresponsal de la SER en Francia, Vicenç Batalla. Tras conocer la sentencia, Dominique Pelicot se ha mostrado abatido y ha roto a llorar. El entorno de Gisèle, que ha estado acompañada en la vista por sus tres hijos y sus respectivas parejas, ha mostrado cierta contrariedad por el hecho de que algunos de los condenados tengan que cumplir penas de tres años, lo que les permitirá salir en libertad condicional. El de Gisèle Pelicot ha sido un caso excepcional por la dureza de lo que se ha descrito, pero también por la actitud de ella, una mujer que pidió que el juicio fuera público por una razón: para que la vergüenza, dijo, cambie de bando. Destacaban este miércoles asociaciones feministas que el juicio ha servido para ver que los hombres que violaron a Pelicot eran varones que se cruzaban con ella en la panadería, en el supermercado. Que hacían su vida normal y luego la violaban gracias a que su marido la había drogado -a veces hasta dejarla cerca del coma- desde 2011 hasta 2020. La mayoría de esos años, los hechos ocurrieron en un pueblo cerca de Aviñón que tiene 6.000. El marido grababa las violaciones. La Fiscalía pedía para los 51 hombres acusados un total de hasta 650 años de prisión por todos los delitos. La mayor pena solicitada eran los 20 años de cárcel para su marido. Otro de los acusados, Jean-Pierre Maréchal, admitió en el juicio los delitos, aunque dijo que jamás tocó a Gisèle Pelicot, sino que replicó los métodos del principal acusado con su propia esposa, quien también fue violada bajo los efectos de los ansiolíticos por ambos hombres. La menor pena solicitada por la Fiscalía, de 4 años, era para otro hombre que solo está acusado de agresión sexual, sin cargos de violación. El resto, con edades comprendidas de los 27 a los 74 años, se enfrentan a solicitudes de condenas que van de los 10 a los 20 años de cárcel por violación agravada. «Habrá un antes y un después», aseguró durante las vistas la fiscal del tribunal penal de Aviñón Laure Chabaud, sabedora de la importancia de este juicio. Por ello, pidió una «concienciación real y profunda sobre la noción de consentimiento» para los acusados y también para la sociedad. De hecho, en Francia el Código Penal define la violación como «cualquier acto de penetración sexual de cualquier tipo o cualquier acto buco-genital cometido contra otra persona» mediante «violencia, obligación, amenaza o sorpresa». La noción de consentimiento no aparece en el ordenamiento jurídico francés y para que se tipifique el delito de violación debe haber penetración. Por eso mismo, las estrategias de varias defensas se basaron en tratar de elaborar argumentos enrevesados sobre qué prácticas sexuales desarrollaron sus acusados. Las pruebas de todos los delitos están en los miles de vídeos y fotos que realizó el propio violador confeso Dominique Pelicot. Los hechos que se juzgan ocurrieron entre 2011 y 2020, primero en la región de París y, a partir de 2013, en la casa a la que los Pelicot se mudaron al jubilarse, situada en Mazan, un pueblo de 6.000 habitantes cerca de Aviñón. Dominique Pelicot contactaba a decenas hombres en internet y los invitaba a su domicilio, una vez que había drogado a su mujer con grandes dosis de ansiolíticos, que la dejaban incosnciente y cerca del coma, según los expertos médicos que declararon al inicio del juicio. El principal acusado registraba esas violaciones, descubiertas en 2020 por la policía, después de haberlo detenido tras ser descubierto grabando bajo las faldas de unas mujeres en un supermercado de Carpentras. Dominique Pelicot está acusado también en otros dos casos de violencia de género, uno por la violación y el asesinato de una mujer en 1991 y el otro por una tentativa de violación en 1999. La ministra española de Igualdad, Ana Redondo, ha subrayado que Gisèle Pelicot «ha sentado en el banquillo al machismo y a la cultura de la violación» y que su valentía en el juicio por la violencia sexual perpetrada por su marido y medio centenar de hombres bajo sumisión química ha hecho que la vergüenza cambie de bando. «Su valiente decisión de hacer público el juicio ha hecho que la vergüenza cambie de bando», ha destacado la titular de Igualdad después de que se conociera que la justicia francesa ha impuesto la pena máxima, 20 años de cárcel, a Dominique Pelicot por haber violado a su mujer durante diez años después de dejarla inconsciente y haber fomentado que decenas de hombres hicieran lo mismo. Su antecesora al frente de Igualdad, Irene Montero, ha deseado que la sentencia sea reparadora para la víctima y «contribuya a acabar con la impunidad de Dominique Pelicot y de muchos más agresores»: «Gracias, Gisèle. Es por ti y es por todas. La vergüenza cambia de bando», ha escrito también en X.