Sonrisas y lágrimas en Siria

Barcelona

Sonrisas y lágrimas, en Siria. Sonrisas de los ciudadanos que vuelven a casa, exiliados a lo largo de 54 años de dictadura. Hasta hace muy pocos días continuaban escapando, al Líbano, a Turquía, adonde fuera. Muchos, finalmente, a Europa. Ahora vuelven con sus bebés, sus mantas, y sus cazuelas.

Durante estos años 5 millones de ciudadanos escaparon del régimen de los Assad a países vecinos como Jordania e Irak. En Turquía quedan casi tres millones. Pensemos que el total de la población del país alcanza los 25 millones: más de una cuarta parte tuvieron que refugiarse fuera, últimamente al ritmo de 500 personas al día. Así que volver a casa produce alegría.

Pero también tristeza. Encontrarte con que tu país se ha convertido en un valle de lágrimas, qué pena. Por ejemplo, cuando se ha abierto la siniestra cárcel de Saydnaya. Ahí se ha encontrado una gran cantidad de cadáveres recientes. En todo el país se manejan cifras escalofriantes, 130.000 detenidos arbitrariamente desde la primavera árabe de 2011, de los cuales entre 15.000 y 30.000 fallecieron por torturas, mayormente en esa cárcel. La denominada Defensa Civil Siria estima que en ella se ejecutaba diariamente a un mínimo de cincuenta personas.

Mientras sucede todo eso, los grupos rebeldes tratan de mantener, o reconstruir, el orden. Y las cancillerías de todas las potencias mundiales y regionales se afanan en defender ahí sus intereses y su influencia. Son pocas las que dan prioridad a los anhelos de una ciudadanía perseguida, martirizada, olvidada por casi todos. Ojalá las cosas cambien.