Ganar a un ciervo

Galicia

Perder es espeluznante, qué duda cabe. Pero a veces ganar puede ser aún más espantoso, casi lo peor que te puede pasar. Pablo Motos, por ejemplo, le ganó el jueves a un ciervo por los pelos. Se trató de una genialidad de David Broncano. Ese día, el programa de Motos presionó a un entrevistado para que no acudiese a La Revuelta, y después de denunciar las coacciones, Broncano llenó el espacio reservado a la entrevista con imágenes de la berrea del ciervo. Una cosa digna de ver: Pablo Motos contra unos animales en celo. El Hormiguero, que había invitado a Hugh Grant, se impuso finalmente en la audiencia a La Revuelta por unas décimas. Cómo te recuperas de una victoria así, me pregunto. Creo que es mejor perder con un ciervo que ganar. Sé lo que digo. Hace unos años, camino del supermercado, me adelantó un hombre en una silla de ruedas eléctrica. No sé por qué, aceleré el paso ligeramente, y me puse a su par. Fue como si en mi cabeza sonase la palabra «carrera, carrera». Avanzamos varios metros igualados. Entonces el hombre, que me vigilaba de reojo, incrementó la velocidad de la silla. Su puta madre, la silla volaba. No tuve otro remedio que correr. Lo dejé atrás y, cuando alcancé el supermercado, me detuve, como si la entrada fuese la línea de meta. Nunca hice tanto el ridículo. Ahora veo a Pablo Motos y me da un poco de pena. Iba para leyenda, y va a pasar a la historia por haber ganado a un ciervo en la photofinish. Jo.