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¿Eres búho o alondra?, ¿De noches o de días?

Francesc Miralles, motivador de 'Si amanece', analiza las ventajas y los inconvenientes de ser una persona nocturna o diurna. A los madrugadores se les asocia con la disciplina, el éxito y el esfuerzo, y a los noctámbulos con la creatividad, pero no siempre tiene porque ser así

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Hay personas que por la noche funcionan con la neurona de guardia, y no pueden hacer nada creativo, mientras que otras no logran arrancar por la mañana. Dependiendo de su cronotipo, existen dos tipos: alondras y búhos, tal como lo presenta en el libro El método Tokei del doctor Eduard Estivill y la doctora Carla Estivill.

Alaondras, las más madrugadoras

Son aves que tienden a despertarse y a estar listas antes. Se encuentran alerta de forma temprana, y por la mañana es cuando están pletóricas de energía física y mental.

Según el emprendedor y escritor Kevin Kruse, mucha gente que tiene éxito son alondras ejemplares y militantes. Tras entrevistar a siete millonarios, trece atletas olímpicos, veintinueve estudiantes de matrícula y 239 empresarios, al preguntarles por su principal secreto para ser productivos, una respuesta común fue que consideraban el tiempo matinal como su activo más valioso.

La mayoría de los entrevistados reportaron levantarse una hora antes que la media de la humanidad, para gozar de un tiempo de calidad para revisar los planes del día, clarificar ideas y establecer prioridades, o incluso para practicar deporte si no iban a poder el resto del día.

Y es que son muchas las alondras de éxito que aseguran levantarse a las 6 o 6:30 de la mañana.

En el libro El club de las 5 am, el gurú Robin Sharma, plantea que los 'supermadrugadores' están en una mejor posición para desatar su talento y lograr sus propósitos, aunque solo sea porque se hallan despiertos cuando el resto del mundo está durmiendo.

Búhos, los más creativos y nocturnos

A quienes pertenecen al cronotipo vespertino, también llamados búhos, les cuesta mucho despertarse. Arrancan muy despacio por la mañana, no están preparados cognitivamente. Y por la tarde empiezan a encontrarse mucho mejor.

Un ejemplo célebre de este cronotipo fue el escritor Franz Kafka, que combinaba su trabajo en una compañía de seguros con su verdadera pasión, escribir, y en horario nocturno. En esta carta enviada a su novia Felice, vemos la rutina de un búho radical:

“De ocho a dos, en la oficina, luego comer hasta las tres o a las tres y media, luego una siesta en la cama, que normalmente no pasa de intento, hasta las siete y media. Luego diez minutos de ejercicio, desnudo ante la ventana abierta, luego un paseo por una hora, luego cenar con mi familia, luego a las diez y media, me siento a escribir, hasta la una, las dos o las tres, dependiendo de mis fuerzas, ganas y fortuna; alguna vez he aguantado incluso hasta las seis de la madrugada. Luego un poco más de gimnasia, como antes, pero evitando forzarme, por su puesto; me lavo un poco y luego, normalmente con un ligero dolor en el corazón y pinchazos en los músculos en el estómago, a la cama. Entonces me esfuerzo lo inimaginable por conciliar el sueño, así que la noche se divide en dos partes: una desvelado y la otra insomne. Con lo que no es de extrañar que a la mañana siguiente consiga a duras penas ponerme a trabajar con las escasas fuerzas que me quedan.”

Ventajas de ser búhos

Un estudio de la Universidad del Sagrado Corazón, en Milán, arrojó que los noctámbulos tienden a ser más creativos.

Otro estudio realizado en Madrid con mil adolescentes, noctámbulos y diurnos, concluyó que los noctámbulos tienen, por término general, un coeficiente intelectual mayor. Aunque los diurnos sacan mejores resultados académicos. Porque, si no nos entra sueño, la noche permite una mayor capacidad de concentración, al reducirse los estímulos externos.

Búhos famosos y de poco dormir

Marcel Proust, novelista francés, vivía exclusivamente de noche, tomando café en grandes cantidades y casi sin comer, según cuenta Celeste Albaret, su criada. Del inventor Nikola Tesla se cuenta que solo dormía dos horas al día. Thomas Alba Edison dormía de cuatro a cinco. A Winston Churchill, ex primer ministro del Reino Unido, le eran suficientes cuatro horas al día. Silvio Berlusconi, ex presidente italiano, de dos a tres horas. Y por último, el actual presidente de Estados Unidos Donald Trump, asegura dormir entre tres y cuatro horas al día.

 
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