Receta

Madrid

La palabra receta está documentada en castellano desde hace siete siglos. Es una evolución del término latino 'recipe', imperativo del verbo 'recipere', que hoy traduciríamos como recibir. Y es que la receta es eso, una nota que recibimos con instrucciones para hacer algo. Originariamente, se utilizó en el ámbito médico y en la receta el facultativo no daba instrucciones para tomar un medicamento, sino para fabricarlo. Más tarde, cuando los fármacos se industrializaron, la receta pasó a ser también el documento que recibía el enfermo con las instrucciones precisas para tomar el medicamento. Algo que nos evita leer el prospecto, que es de esas palabras cuyo significado podemos intuir si estamos un poco expectantes, porque prospecto es lo que debemos mirar antes.

Con el paso del tiempo, la receta, con el mismo sentido de instrucción o conjunto de instrucciones, pasó de la botica y de la consulta médica a las cocinas. Y finalmente se coló metafóricamente en otros muchos ámbitos en los que políticos, creadores, artistas, deportistas, empresarios se dedican a extender recetas para alcanzar el éxito. Una tendencia que ha exprimido el mundo editorial con libros de autoayuda que no son sino recetarios, pero suena más chic.