Es peligroso confiar a los Gobiernos la verdad
No siempre tenemos medios que defiendan la verdad, pero sí tenemos unas leyes y una jurisprudencia meticulosas para desalentar la mentira, castigarla y reparar sus daños
Ignacio Peyró: "Es peligroso confiar a los gobiernos la verdad"
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El viejo duque de Edimburgo, que en esta vida fue partidario de afirmar a cada momento lo que le diera la gana, dejó dicho en no sé qué país tropical, que allí tenían mosquitos, pero que en Gran Bretaña tenían una plaga peor: los periodistas.
Sí, la mala fama, qué le vamos a hacer, ha acompañado siempre al gremio, y a la gran calle londinense de la prensa, Fleet Street, la llamaron “el callejón de la ginebra” por las costumbres de sus moradores, y hubo quien vio muy lógico que en esa misma calle de los primeros periódicos se instalaran también los primeros urinarios.
En definitiva, si hoy nos apesadumbra pensar que el periodismo tiene una crisis de credibilidad, una triste realidad puede consolarnos: tampoco estuvimos nunca para tirar cohetes.
Aun así, todavía nos convence una idea poderosa: los riesgos de una prensa libre son mucho menores que los riesgos de una verdad oficial. Por eso suele repetirse la vieja frase de que es mejor que haya periódicos sin gobierno que gobierno sin periódicos.
Por suerte, hoy no hay que elegir: no siempre tenemos medios que defiendan la verdad, pero sí tenemos unas leyes y una jurisprudencia meticulosas para desalentar la mentira, castigarla y reparar sus daños.
Al enjuiciar los actuales planes de regeneración mediática del Gobierno, en todo caso, la experiencia nos dice que es peligroso confiar a los Gobiernos la verdad. Tanto, que el primer encontronazo del plan de medios del Gobierno con la verdad es que ni siquiera su ley va a salir adelante.