Raquel Peláez: "Ir a un cumpleaños de 'cayetanos' es como viajar a la Reconquista"
La subdirectora de SModa publica “Quiero y no puedo. Una historia de los pijos en España” en la editorial Blackie Books
'Quiero y no puedo': la historia de los pijos en España
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Madrid
La autora cree ser pijo es más una cuestión aspiracional que una condición. José María Pérez, “Peridis”, uno de los componentes de nuestra tertulia de humoristas gráficos, resume la filosofía de esta categoría en una frase que aparecía en ABC en los años 30: “Yo no aspiro a ser rico sino a vivir como si lo fuera”.
Peláez hace un recorrido histórico por esta figura: se desplaza hasta el siglo XVII para hablarnos de la importancia de la peluca, y como esta se fue convirtiendo con el tiempo en un símbolo de aquello contra lo que luchaban las revoluciones burguesas. Repasa también cómo ha evolucionado el término en nuestro país haciendo un recorrido por la genealogía de los Borbones, desde Fernando VII hasta el mismísimo Felipe Froilán de Todos los Santos.
La palabra “pijo” como tal, salvo la excepción del “Pijoaparte” de “Últimas tardes con Teresa”, no aparece reflejada hasta el “Devuélveme a mi chica” de los Hombres G. Resulta curioso que la banda de David Summers considerara pijo a alguien representando lo que representaban los miembros de la banda, pero como dice la autora: “Uno puede ser siempre el pijo de otro”.
La evolución del pijo nos ha llevado hasta el “cayetano”, utilizado por primera vez en la canción del mismo título de Carolina Durante: “Todos mis amigos se llaman Cayetano, zapatillas Pompeii, algunos tienen barco, siempre tres botones desabrochados, menudo pelazo, CEU San Pablo...No votan al PP, votan a Ciudadanos, Morat, Taburete, iqué grupazos!...”. Si Carolina Durante pusieron la letra, Taburete, como bien indicaba la canción, fueron quienes le dieron forma al fenómeno “cayetano”.
Aunque hay unos valores que no cambian (el dinero es el motor alrededor del que se mueve todo), el pijo (y el cayetano más concretamente) ha evolucionado políticamente. Efectivamente, ya no votan a Ciudadanos, votan a VOX; pero además, ya no se esconden, si en algún momento estuvo mal visto alardear de su condición, ahora hay una autopercepción de orgullo ante lo que se representa.