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Dimite el ministro de Cultura de Italia ante las sospechas de que su amante pudo tener acceso a información confidencial

Gennaro Sangiuliano reconoció su infidelidad y pidió disculpas a su mujer y a Giorgia Meloni. Se trata del primer cambio en el Ejecutivo de la ultraderechista en los dos años de mandato

El ministro de Cultura de Italia, Gennaro Sangiuliano, junto a su mujer Federica Corsini en el Festival de Venecia el 27 de agosto / ETTORE FERRARI (EFE)

El ministro de Cultura de Italia, Gennaro Sangiuliano, junto a su mujer Federica Corsini en el Festival de Venecia el 27 de agosto

Tras varios días en la cuerda floja, el ministro de Cultura de Italia, Gennaro Sangiuliano, se convertirá en el primer relevo en el Ejecutivo de Giorgia Meloni en los dos años de mandato que lleva. El motivo ha sido un escándalo que ha trascendido a la opinión pública y que el propio Sangiuliano ha terminado admitiendo: tuvo una relación de "tipo afectivo" con Maria Rosaria Boccia, una mujer de 41 años que se presenta como empresaria en el mundo de la moda.

Sangiuliano ha insistido en abandonar el cargo a pesar del apoyo recibido por la primera ministra, Giorgia Meloni, a la que ha dado las gracias por defenderle y por su "afecto" en un momento difícil. "Estoy orgulloso de los resultados obtenidos", ha indicado en relación a las políticas culturales adoptadas durante su tiempo en el cargo. "Después de muchas reflexiones, en días dolorosos y llenos de odio hacia mí por parte de cierto sistema de medios de comunicación, he decidido dimitir irrevocablemente como ministro de Cultura", señala la carta de despedida, que subraya la importancia de las instituciones italianas.

Este jueves, en la televisión pública italiana, Sangiuliano rompió a llorar en directo para pedir disculpas a su mujer y a Giorgia Meloni. Sin embargo, el motivo real que ha terminado provocando su salida no ha sido el hecho de ser infiel a su esposa, sino las sospechas de que pudo tener acceso a información confidencial, tal y como apuntan desde los partidos de la oposición.

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El escándalo arrancó la semana pasada, cuando Maria Rosaria Boccia publicó una imagen en su perfil de Instagram con el ministro en donde le agradecía que le hubiese nombrado como "asesora para grandes eventos". Horas más tarde, el Ministerio desmintió la información y añadió que ella no tenía nada que ver con el mismo, lo que provocó un gran enfado en Boccia.

Su reacción no se hizo esperar y ella respondió publicando numerosas imágenes y otras pruebas, como audios, mensajes y billetes de avión comprados por el Ministerio, demostrando que había participado en importantes eventos oficiales, en los que se incluía las reuniones previas a la cumbre de ministros del G-7 de Cultura, que se celebrará este septiembre en Nápoles.

El escándalo pasó entonces a una escala mayor y la oposición comenzó a hacer preguntas. Querían saber si había tenido acceso a información confidencial de la mencionada reunión del G-7, así como si había disfrutado de fondos públicos. Fue entonces cuando Meloni decidió llamarle a su despacho para que le diese explicaciones y, según admitió este jueves el propio Sangiuliano, presentó su dimisión, pero la primera ministra no la aceptó.

En su aparición televisiva, el ministro de Cultura llevó consigo una serie de documentos que trataban de justificar que los gastos que provocó su amante en los diversos actos oficiales a los que había acudido habían sido pagados por él mismo. De esta forma, señaló, estaba evitando que Boccia pudiera hacerle más chantajes. Además, reconoció que se había planteado contratarla para el puesto de asesora, pero no lo hizo porque suponía un "conflicto de intereses".

"La primera persona a la que tengo que pedir disculpas es a una persona excepcional, mi mujer. Luego pido disculpas a Giorgia Meloni, que confió en mí, por haberla avergonzado a ella y al Gobierno", declaró entre lágrimas Sangiuliano. Sin embargo, la presión ha aumentado sobre su figura porque Boccia podría haber tenido acceso a una gran cantidad de información confidencial, lo que ha provocado que Meloni acepte finalmente la dimisión del responsable de Cultura.

Preguntada por este asunto, la premier no ha dudado en lanzar unas declaraciones que interpelan a Sangiuliano sin necesidad de nombrarle: "Estamos haciendo historia y todos debemos ser conscientes de ello. Y esto no permite descansos ni paradas, pero mucho menos puede permitir errores".

 
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