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Venecia 2024 | Daniel Craig se convierte en un gay abatido en 'Queer', una interesante e irregular reflexión sobre la sexualidad masculina

Luca Guadagnino cumple su sueño de adaptar la novela de William S. Borroughs y lanzar una tierna y triste mirada sobre el amor gay no correspondido con un final psicodélico y algo fallido

Venice (Italy), 03/09/2024.- Italian director Luca Guadagnino (L) and US actor Daniel Craig pose during the photocall of the film 'Queer' at the 81st annual Venice International Film Festival, in Venice, Italy, 03 September 2024. The movie is presented in the official competition 'Venezia 81' at the festival running from 28 August to 07 September 2024. (Cine, Italia, Niza, Venecia) EFE/EPA/FABIO FRUSTACI / FABIO FRUSTACI (EFE)

Venice (Italy), 03/09/2024.- Italian director Luca Guadagnino (L) and US actor Daniel Craig pose during the photocall of the film 'Queer' at the 81st annual Venice International Film Festival, in Venice, Italy, 03 September 2024. The movie is presented in the official competition 'Venezia 81' at the festival running from 28 August to 07 September 2024. (Cine, Italia, Niza, Venecia) EFE/EPA/FABIO FRUSTACI

Venecia

Para Luca Guadagnino era un sueño poder adaptar una de las novelas más inadaptables de la narrativa americana, Marica, de William S. Borroughs. Novela escandalosa en su momento, en la que el escritor de la generación beat se adentraba en los tugurios gays del México de los años cincuenta, donde muchos intelectuales como él, americanos, bisexuales y homosexuales, se exiliaban. "Leí el libro con 17 años. Yo era un chico de Palermo, solitario y megalómano, que soñaba con construir mundos en el cine. Creo que el libro me cambió para siempre. Para ser leal a ese joven que fui algún día tenía que llevarlo a la pantalla", decía el director en el Festival de Venecia donde la película compite por el León de Oro.

Luca Guadagnino tiene diversas raíces y geografías, a sus 53 años, es un director cosmopolita y solitario. Rueda en inglés, con actores extranjeros, acusado a veces de dejarse llevar demasiado por la estética, por la forma burguesa o de ser director predilecto de una generación. Lo cierto es que nos emocionó a todos con Call me by your name, otro retrato de un joven que descubre su sexualidad, tiene muchas cosas en común con Pedro Almodóvar. De hecho, fue ayer a ver La habitación de al lado en uno de los pases de prensa. En ambos está la idea de que el cine y la literatura, en definitiva, las historias y la ficción, les ayudaron a entender su sexualidad, su identidad y su mirada en un mundo católico en el que nacieron. Queer se convierte, como fue Dolor y Gloria para el director, en su manera de mirar a aquel niño del pasado. Por supuesto, no son películas comparables, ni por el fondo, ni por la forma, pero sí por el significado para ambos creadores, en momentos diferentes de su vida, pero en los que han mirado a ese niño raro que todavía no sabía definir quién era o quién quería ser.

Daniel Craig, imagen de la masculinidad más hegemónica tras su papel de James Bond, interpreta aquí a este trasunto del propio escritor con varias escenas de sexo explícito y dotando al personaje de muchas más capas y sensibilidades que la propia novela. "No hay nada íntimo en grabar sexo en un estudio cinematográfico, en una habitación repleta e gente mirando, pero quisimos que fuera palpable, real y lo más natural posible", decía el actor británico. "Hay una parte de coreografía en la película que es muy importante. Drew y yo pasamos meses ensayando, antes de empezar el rodaje. Bailar con alguien durante meses es ideal para romper el hielo", añadía.

Fotograma de Queer

Fotograma de Queer / CEDIDA

Fotograma de Queer

Fotograma de Queer / CEDIDA

Lee es un tipo enganchado a la heroína, al sexo y a las relaciones. Más bien, enganchado a que le quieran. Casado, pero gay, perseguido por el escándalo y el delito, si tenemos en cuenta que mató a su mujer de un tiro en la cabeza, cuando una noche de borrachero jugaban a emular a Guillermo Tell. En la novela rememora su paso por México y su obsesión por probar la ayahuasca, una droga que, según sus lecturas, usaban los rusos para esclavizar a los trabajadores. Es ahí cuando se obsesiona por la belleza de un joven, a quien interpreta Drew Starkey. La película tiene otros cameos cinéfilos, como el de la genial actriz Lesly Manville o de los directores David Lowery y Lisandro Alonso.

Guadagnino se lleva a su terreno la novela y propone un personaje mucho más tierno y frágil, un tipo que trata de ser fiel a sí mismo, tarea para la que necesita el alcohol y los estupefacientes. "Quería plantear a la audiencia quiénes somos cuando estamos solos o qué buscamos. No importa si eres un adicto a la heroína en Ciudad de México o si amas a un hombre o una mujer. Lo importante es saber quién eres cuando estás a solas", insistía el director que emociona con el retrato de esa sociedad en una ciudad de cartón piedra. Un México de postal, con una mirada totalmente colonial, como la que tenían estos tipos que huían de Estados Unidos para poder llevar la vida que querían. Es un momento curioso en el país, pues su capital vivía una época de esplendor intelectual, con artistas como Frida Kahlo o con Luis Buñuel, uno de los tantos exiliados españoles por la dictadura, que allí estrenó en 1950 Los olvidados. El director de Cegados por el sol prefiere alejarse del realismo para acercarse más a una manera de ver el pasado, de recordar el gran amor de una vida. De ahí que tampoco la elección de la banda sonora, con Nirvana, New Order, tenga que ver ni con la época, ni con el tema, quizá más con lo sensorial.

El cineasta cambia el final de la novela en un guion escrito con Justin Kuritzkes, durante el rodaje de su última cinta, Challengers. En ese tercer acto propone un viaje sensorial y psicodélico, donde los cuerpos de los amantes se funden en uno, se disocian, se descarnan, donde reaparece el miedo a enamorarse de alguien que no es queer, de quedarse solo, de no ser correspondido. Así vemos escenas donde los cuerpos aparecen cortados, las paredes teñidas de rojo y los personajes en una esquina del plano, emulando esos cuadros de Chirico, donde la pintura se vuelve metafísica. Es cierto que puede resultar vieja en algunos momentos, por ese retrato de la autodestrucción del hombre por amor, pero en tiempos donde todavía muchos niegan la libertad sexual, este Queer sigue siendo esclarecedora. También las escenas de sexo, siempre un reto para el mojigato Hollywood y más si se trata de sexo entre dos hombres. Ante todo, este es un tratado del amor no correspondido, del dolor y la tristeza de la soledad y la necesidad de sentir y vivir aventuras y sensaciones. Lo que movió a la generación beat a la que pertenece el autor y a la que homenajea Gaudagnino en una película desigual e irregular, con un final algo repetitivo.

 
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