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James Garner: El actor que triunfó simultáneamente en el cine y la televisión

Se cumplen 10 años de la muerte del protagonista de series como Maverick o Los casos de Rockford.

James Garner en la serie de televisión Maverick

James Garner nunca estuvo entre las estrellas más taquilleras ni más populares de Hollywood, algo que nunca le importó. “En los años 60, cuando hacía películas con Doris Day, me dijeron que si me diera un poco más de publicidad podía llegar a ser el número uno de la taquilla. ¿Y para qué quiero eso? les contestaba. No quiero ser el número uno, ni el dos, déjame ser el diez o el once que es donde se aguanta bien. Desde ahí se ve a los otros subir y bajar”, decía. Tampoco su nombre se cita entre los mejores intérpretes norteamericanos. “Yo no me considero un actor me considero un reaccionador. A veces veo a actores en el escenario declamando y tratando de impresionar con su técnica. A mí dame a alguien que sepa reaccionar ante una situación, un personaje o un diálogo. Dame un reaccionador en lugar de un actor”, aseguraba. Pero sí fue una de las pocas estrellas de su país que lograron triunfar simultáneamente en el cine y la televisión durante toda su carrera. Entre finales de los años 50 y principios de los años 60 James Garner protagonizó Maverick, una serie muy popular entre el público norteamericano y en la que el actor daba vida a un jugador de póker del Oeste. Ya en los 70 hizo durante seis años otra serie aún más exitosa, Los casos de Rockford, en la que interpretaba a un detective privado.

Antes de ser actor James Garner había servido en la Marina, combatiendo en la guerra de Corea donde fue herido y condecorado con dos corazones púrpura. Y fue haciendo de militar, precisamente, como debutó en el cine. Aunque no en la Marina. En Al borde del infierno, estrenada en 1956, interpretaba a un piloto de aviones que no duraba mucho en la película. No fue un debut muy espectacular, pero al año siguiente consiguió la reválida trabajando al lado de Marlon Brando en la película Sayonara. En ella hacía de nuevo de un militar, esta vez destinado en Japón, y por su papel ganó el Globo de Oro como actor revelación. Comenzaba así una carrera que se prolongaría durante cinco décadas y que nos dejaría más de cincuenta películas que, como decíamos antes, alternó con numerosos telefilms y series de televisión.

Como actor James Garner destacaba sobre todo por su naturalidad. Para él actuar era solo cuestión de sentido común. “Mi trabajo es mi mayor alegría, me encanta ir a trabajar. Jamás llego tarde, siempre estoy media hora antes. Yo sigo lo que decía Spencer Tracy: llega a tiempo, apréndete tus diálogos, ponte en las marcas que te digan y di la verdad. Es tan sencillo como eso. Y algunos lo llamamos simplemente profesionalismo”, explicaba. Los años 60 fueron su mejor época en el cine. Rodó comedias con Doris Day, pero también westerns, policiacos o películas de aventuras. En La gran evasión era el conseguidor, el prisionero que se encargaba de proveer al grupo de todo lo que necesitaban para la fuga. En Grand Prix dio vida a un piloto de Fórmula 1, aunque durante el rodaje de la película descubrieron que era demasiado alto para pilotar un coche de competición. “Tuvieron que quitar el asiento. Me sentaba en el armazón del coche sobre una toalla y como mi casco daba en las barras antivuelco las quitaron también porque era demasiado alto”, recordaba.

Fue también el mítico sheriff Wyatt Earp en La hora de las pistolas. Y también se metió en la piel de Philip Marlowe, el famoso investigador creado por Raymond Chandler en Marlowe, detective muy privado, película en la que también salía Bruce Lee. De todas las películas que rodó en esta década, y fueron muchas, su preferida era La americanización de Emily, en la que trabajó al lado de Julie Andrews. “Es mi favorita, la dirigió Arthur Hiller y es también la favorita de Julie Andrews. Nos encantaba, tenía un guion maravilloso. El problema fue que estábamos en plena Guerra de Vietnam y, como la película iba contra la guerra, había gente a la que eso no le gustaba”, aseguraba. En los años 70 su actividad en el cine decayó bastante pero no así en la televisión. Entre 1974 y 1980 Garner protagonizó Los casos de Rockford, una serie que tuvo un éxito tremendo en los Estados Unidos. Sin embargo, la cosa acabó mal. Debido a lo exigente que era la serie, el actor arrastraba lesiones de espalda y de rodilla y tuvo que ser hospitalizado por una úlcera. “El día que les dije que no podía trabajar me preguntaron cuánto tiempo estaría de baja y les dije que no sabía, que el médico me decía que podía ser un mes o dos. Así que cancelaron la serie, me demandaron, yo les contrademandé y ese fue el final de Rockford”. El caso se resolvió en los tribunales nueve años después. Ganó el actor, recibiendo una compensación de bastantes millones de dólares.

De los años 80 su película más famosa fue Víctor o Victoria, de nuevo al lado de Julie Andrews. Pero la única nominación al Oscar de su carrera la consiguió en 1985 por El romance de Murphy, una comedia romántica en la que se enamoraba de Sally Field. “Era una dulce historia americana sobre un tipo y una chica normales solo que con una pequeña diferencia de edad”, decía el actor. El personaje de Maverick de sus comienzos volvería a interpretarlo en otras tres series televisivas diferentes y en 1994 participó también en la versión cinematográfica, aunque esta vez interpretando al padre de Maverick al que daba vida Mel Gibson. Ya para entonces era evidente que los personajes protagonistas se habían terminado para James Garner. El actor se recicló como secundario de peso en películas como Al caer el sol, junto a Paul Newman, o Space Cowboys, a las órdenes de Clint Eastwood, en la que formaba parte del grupo de viejos astronautas que debían volver al espacio; en su caso, aparcando su labor como pastor de iglesia. Y en El diario de Noah, interpretaba al protagonista, ya anciano, que iba contando su propia historia de amor a su mujer que sufría Alzheimer.

Hizo de abuelo también en la serie No con mis hijas durante tres años y su última película la rodó en 2006. Se titulaba El último regalo y en ella James Garner nos hablaba desde la tumba. Pese a que comenzó su carrera trabajando brevemente en el teatro, Garner nunca quiso volver a ese medio. El actor confesaba tener un problema. “Tengo agorafobia. Mi problema es hablar en público. Puedo hacer entrevistas que se graban y luego se editan, pero cualquier cosa en directo me asusta muchísimo”, confesaba. Y aunque su mirada socarrona le permitió encarnar a menudo a galanes caraduras y sinvergüenzas, en la vida real James Garner fue hombre de una sola mujer: Lois Clarke con la que se casó en 1956, antes de ser famoso, y que le acompañó toda su vida.

Desde los años en los que trabajó en Los casos de Rockford, James Garner sufría numerosos problemas de salud. Finalmente, falleció de un paro cardíaco el 19 de julio de 2014 a los 86 años. Poco tiempo antes de su muerte explicaba en una entrevista el secreto de su éxito como actor. “En primer lugar, el secreto está en tener suerte, saber estar en el sitio adecuado en el momento justo. Luego, tener un poco de talento y saber elegir lo que mejor se adapta a ti. Y por supuesto, algo que aplico a todas las facetas de la vida, mantener mi dignidad. Eso también ha tenido mucho que ver”.

Antonio Martínez

Antonio Martínez

Lleva más de 30 años en la SER hablando de cine y de música. Primero en 'El cine de Lo que yo te diga',...

 
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