Complicidad de silencios

Madrid

El ganador de las elecciones del Reino Unido tendrá que abordar, como poco, las tres principales preocupaciones de los ciudadanos expresadas en todos los sondeos: uno, mejora de los servicios públicos, en concreto hospitales y colegios; dos, mejora de los salarios y de la calidad de la vida; tres, mejora de las infraestructuras, especialmente los ferrocarriles y las carreteras. Ello supondrá enormes inversiones de dinero público, aunque el ganador eche mano de las iniciativas público-privadas.

Pero los dos principales candidatos (el laborista y el conservador) han sido muy pudorosos a la hora de explicar de dónde sacarán los recursos necesarios para modernizar, por ejemplo, el otrora modélico sistema nacional de salud, lastrado por millones de personas en sus listas de espera. Han dicho que no subirán el impuesto sobre la renta y el impuesto sobre el valor añadido, que son los dos gravámenes con mayor capacidad recaudatoria o incluso que los bajarán. En este punto, laboristas y conservadores se han dado, como mucho, pellizcos de monja en la campaña electoral. Los medios han hablado de una 'conspiración de silencios'. Parece más que probable que mañana, cuando despierten los británicos, se encuentren encima de las mesa del desayuno con dosis de liberalismo aplicadas con gotas de sangre socialdemócrata. Veremos las dosis.