"El horror consiste en que relinche Aznar": un disco duro, la nube y lo que "no desaparecerá", según Maruja Torres

Madrid

Ayer saqué de las profundidades de mi cajón de cosas técnicas el añejo disco duro externo, al que le tengo tanto apego. 'Para qué', me dije con melancolía, si ya todo está en la Nube.

Bueno, ¿y si la Nube lo pierde? Ya sé que es imposible, porque como dijo en una conferencia Marta Peirano, la Nube no existe, sino que es algo peor, un amasijo enorme de ordenadores que en un desierto de Utah unas pocas compañías manejan para almacenarnos. En cuerpo, alma, deseos, ojos, boca, palabras, promesas, amenazas, tendencias políticas y flaquezas económicas.

Llegada a este punto comprendí que lo que me aterra de la Nube no es que se pierda el contenido de la sumisión tecnológica a que le doy acceso cuando desbloqueo el móvil con la cara, y encima sonriéndole.

No. El horror está precisamente en lo que no desaparecerá, en lo que regresará una y otra vez, para aleccionamiento y espanto de las generaciones futuras. Imaginad un mundo en el que cada dos por tres aparezca Felipe González largando una de sus, perdón por el chiste fácil, felípicas a los marranos.

El horror consiste en que relinche Aznar hasta el fin de los tiempos sin que los consumidores puedan intervenir, porque bastará con abrir el teléfono para tenerle ahí, junto con el correo no deseado pero impuesto o con la publicidad a la que no podremos renunciar salvo pagando un precio alto, en dinero o en rehabilitación para adictos a la tecnología.

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La Nube perseguirá a sus presas y les colocará la turra de nuestros sospechosos habituales. Cosa que mi disco duro externo no haría. Cómo no voy a quererlo.