Un paso necesario

Madrid

Cuando se firmó el Estatuto de Roma que creaba el Tribunal Penal Internacional, el 17 de julio de 1998, cuentan que muchas de las personas presentes en aquel palacio de la piazza del Campidoglo lloraban y se abrazaban. Por primera vez, la comunidad internacional, 120 países, se ponía de acuerdo para perseguir a las personas, no a los Estados, sino a las personas concretas que cometieran graves crímenes contra el Derecho Internacional, no solo genocidio, sino también crímenes contra la humanidad, torturas, violaciones o crímenes de guerra. La II Guerra Mundial, con sus atrocidades, estaba ya lejos, pero el mundo acababa de contemplar horrorizado los genocidios ocurridos en Ruanda y en Yugoslavia. “Teniendo presente que en este siglo millones de niños, mujeres y hombres han sido víctimas de atrocidades que desafían la imaginación, reconociendo que esos graves crímenes constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el bienestar de la Humanidad, y afirmado que esos crímenes no deben quedar sin castigo”, se puso en marcha una organización que, a trancas y barrancas, logró condenas notables. Ahora el fiscal del Tribunal Penal Internacional reclama la detención del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu y de su ministro de Defensa, así como la de los tres principales líderes de Hamás. Miles de israelíes contrarios a las terribles decisiones que ha adoptado y sigue adoptando Netanyahu acogerán la noticia con dolor, pero también con la convicción de que es un paso necesario. No son la mayoría, pero seguramente quienes salvaran la dignidad de sus compatriotas.