'Catañol'

Madrid

En vísperas de las elecciones en Cataluña, hoy nuestra palabra es un palabro, 'catañol', para nombrar esas palabras castellanas que nacieron allí. Es una forma de hablar de nosotros y vosotros, porque estos dos pronombres llegaron del nosaltres y vosaltres y orillaron al nos y al vos, salvo, en el segundo caso, en el español de varios países de América. La herencia es grande. En ella guardamos palabras que se autoexplican, como alioli, ajo y aceite en catalán, o picaporte, que no es sino la pica que nos permite abrir las puertas. Tenemos epónimos como esquirol, que nace del nombre de la localidad de donde eran los trabajadores que cubrieron el trabajo de los huelguistas de Manlleu en el XIX. También encontramos términos que nacieron en otros idiomas, pero nos llegaron a través de Cataluña, como avería, que viene lejanamente del árabe. Y palabras de ida y vuelta, como charnego, que vendría del lucharniego castellano, un perro adiestrado para cazar de noche, y que volvió charnego al castellano para nombrar despectivamente al inmigrante que llega a Cataluña desde otras regiones.

Necesitaríamos un programa entero para recogerlas todas. El catalán dio nombre a nuestra anterior moneda, la peseta, y seguramente sin la herencia de este idioma los castellanoparlantes escribiríamos sobre papel, usaríamos guantes y relojes, colgaríamos la ropa en perchas, pagaríamos peajes, recibiríamos a forasteros, comeríamos chuletas y compraríamos pescado en una lonja, descargaríamos nuestro producto interior en un retrete, acumularíamos faenas pendientes y añoraríamos tiempos pasados. Vamos, que, aunque a veces nos ensordezca la gresca, es un orgullo repasar lo compartido y saber que gresca y orgullo también nos llegaron del catalán.