Cataluña expectante

Madrid

Este domingo Cataluña puede cambiar de rumbo. Y España, mejorar el suyo. Todo depende de si la victoria pronosticada en las encuestas al socialista federal Salvador Illa será suficiente para que forme gobierno. Aunque sea en minoría, lo que sería un hito trascendente: cerraría definitivamente el desorden del 'procés', validaría el éxito de la política de apaciguamiento y amnistía, y pondría a Carles Puigdemont ante el disparadero de cumplir su promesa: jubilarse.

Y eso depende también de que los indepes, ya poco inclinados a unirse para nada, no alcancen tampoco la posibilidad de hacerlo mediante una mayoría numérica. Incluso aunque políticamente sea prácticamente imposible, como ha demostrado la última legislatura, en que formaron gobierno conjunto y lo rompieron.

El último acto de la campaña significativo ha sido negativo. Tanto por parte de los de Junts/Puigdemont como por los del PP/Fernández: ambos se negaron a participar en el debate de cierre que habían organizado EL PAÍS y la SER. La experiencia indica que rehuir un debate no suele ser buena cosa, porque sustrae datos e impresiones al electorado, y éste lo castiga, así que cada uno aguante su vela.

El ritmo de la campaña ha ido así: el PSC consolidándose con la calma, incluso sacándose un conejo de la trinchera, la recuperación del mayor de los Mossos Trapero, un tipo respetado. Los de Junts, que empezaron fuerte, quedaron un poco diluidos por la irrupción de Pedro Sánchez. Esquerra ha seguido tranquila, pero sin mucha alegría, reivindicando su obra de gobierno, no muy larga porque hace poco que empezó. Comuns/Sumar se han centrado en criticar a los socialistas. Y la derecha y la ultraderecha, peleándose entre sí.