Sexo

Nuestra palabra hoy es sexo, un término que ahora asociamos a los órganos sexuales o a la actividad sexual pero que entró en el primer diccionario de la RAE, hace tres siglos, solo para nombrar la distinción natural entre hombres y mujeres, machos y hembras. Era su sentido etimológico, porque la palabra viene del sexus latino, derivada del verbo secare, que en aquel idioma significaba cortar o dividir.

Lo curioso de esta palabra es que incorporó poco a poco a su familia como novedades algunas realidades tan viejas como la humanidad. En 1914 entró en el diccionario la palabra bisexual, en 1936 los académicos incluyeron los términos asexual y homosexual, y sorprendentemente tardaron 50 años en incluir también heterosexual. Transexual no llegó hasta 1992, y hubo que esperar a este siglo para ver en el diccionario términos como metrosexual y pansexual. No sabemos si llegarán otros términos que hoy circulan como demisexual, el que siente atracción sexual tras haber formado un fuerte lazo emocional, o sapiosexual, el que siente atracción principal o exclusivamente hacia la inteligencia de los demás. Seguramente esta larga secuencia tiene su raíz en la consideración del sexo como un tabú, exótica palabra que nos llegó del polinesio para nombrar lo prohibido.