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El supuesto algodón sostenible que vestimos está arrasando con la biodiversidad de Brasil

El Cerrado brasileño está siendo esquilmado por los cultivos de algodón con los que Inditex y H&M fabrican su ropa bajo un sello ético, según una investigación de Earthsight

Earthsight witnessed deforestation taking place in Correntina, Bahia. © Thomas Bauer / Earthsight

La expansión de los cultivos de algodón está deforestando la sabana más biodiversa del mundo, el Cerrado de Brasil. Ese algodón termina en las prendas que compramos, según ha desvelado una investigación de la ONG británica Earthsight. Más de 800.000 toneladas de algodón que se producen en el Cerrado van a empresas textiles en Asia que luego exportan sus productos a España, donde son vendidos por marcas como Zara y H&M.

Estas prendas se venden bajo un sello que en teoría garantiza la sostenibilidad del cultivo de ese algodón, pero la realidad está muy lejos de esas promesas.

El informe de Earthsight ‘Crímenes de moda’ parte del análisis de la producción de algodón en esa área concreta de Brasil de gran biodiversidad. Esta ecorregión abarca varios Estados de Brasil y contiene especies diferentes como el hormiguero gigante o el armadillo gigante, que están amenazadas. Se trata de un territorio del tamaño de México que ha perdido la mitad de su naturaleza en los últimos treinta años. Tom Kucharz, de Ecologistas en Acción, explica algunas de las consecuencias de esa deforestación: las importantes comunidades tradicionales se ven desplazadas por monocultivos de soja, de algodón, y la agroindustria sigue avanzando. Ante esta situación, denuncia, el actual gobierno de Lula da Silva en Brasil, que ha conseguido bajar la deforestación en la Amazonía, ha fracasado en El Cerrado, donde ha crecido un 43%.

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La intención de Brasil es desbancar a Estados Unidos como principal productor de algodón del mundo de aquí a 2030. “Hay mucha inversión, hay muchos intereses económicos vinculados a ese sector de la producción de algodón”, añade el activista. Al tratarse de una forma de agricultura muy intensiva, elimina los ecosistemas naturales para plantar monocultivo de algodón. Requiere un consumo de agua muy importante y contamina con sus pesticidas los suelos y los ríos que luego alimentan todo el ecosistema de la Amazonía. “También las comunidades campesinas indígenas que viven en el Cerrado son rociadas por los aviones que fumigan estos monocultivos con pesticidas muy tóxicos, enormemente peligrosos”, asegura Kucharz.

La investigación ha identificado a las empresas SLC Agrícola y el Grupo Horita como principales terratenientes de estas producciones en la región. Exportan su algodón a Bangladesh, Pakistán, Indonesia e India, donde una amplia lista de empresas fabrica prendas para tiendas minoristas en Europa. El estudio analiza 816.000 toneladas de algodón hacia ocho empresas asiáticas que enviaron a su vez al menos veinte millones de prendas y artículos del hogar a esas tiendas de distribución, incluidas españolas, como las marcas de Inditex.

Un sello verde como lavado de imagen

Según la ONG, las multinacionales de la moda Inditex y H&M están vinculadas con el acaparamiento de tierras, la deforestación ilegal y la violencia en Brasil, y las acusa de ‘greenwashing’ por sus campañas de prácticas sostenibles que han demostrado no ser ciertas. “Son marcas como Zara, Bershka o Pull&Bear que están recibiendo muchísimo apoyo público y político, avalando los esfuerzos de sostenibilidad de la de la cadena de valor de Inditex, y este informe muestra ahora todo lo contrario. Donde dice algodón sostenible, están arrasando con la biodiversidad en Brasil, generando deforestación”, lamenta Tom Kucharz.

La investigación apunta a que el certificado ético ‘Better Cotton’ no ha detectado las ilegalidades cometidas por las empresas que explotan el algodón en El Cerrado. “Es puro lavado de imagen verde”, dice el activista. Ese sello, que debería garantizar la procedencia sostenible del algodón con el que se fabrican las prendas, lo concede una empresa suiza que, según las ONG, no responde a sus requerimientos para que abran su base de datos. “Es un certificado que se compra. No hay intervención de la administración pública, que se fía plenamente de los informes que hace esta empresa”.

Kucharz apunta a la responsabilidad de las empresas por su deber de vigilancia. “Con Zara en España, donde se genera el 26% de sus beneficios globales, esto convierte España en el principal mercado de las prendas o productos de hogar producidos con algodón que han generado esa devastación del de los ecosistemas en Brasil y de las violaciones a los derechos humanos”, insiste.

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