Picaresca

Madrid

No es fácil encontrar palabras castellanas puras, normalmente tenemos que viajar a Roma o a Grecia para encontrar las raíces. Pero en este caso, aunque la palabra picaresca tiene origen incierto en cuanto a sus conexiones, parece claro que se construyó cuando nuestro idioma ya se había independizado del latín y llegó a nombrar un brillante género literario del Siglo de Oro a partir de personajes corrientes. Covarrubias especula con que los pícaros, considerados delincuentes, eran vendidos como esclavos junto a una pica, y de ahí vendría la palabra. Los picaros entraron ya en el primer diccionario académico para nombrar a una persona ruin, maliciosa, falta de honra y de vergüenza. Hoy la consideración se ha suavizado. Y aunque se mantienen viejas acepciones, el pícaro es, principalmente, el listo, el espabilado, el sagaz, que engarza bien con el perfil de aquellos personajes novelescos que, en definitiva, solo trataban de buscarse la vida.

El pícaro iluminó la picaresca. Y también la picardía y hasta el verbo picardear. Muchas veces hablamos de corrupción e intentamos encontrar sus orígenes en la picaresca. Pero no, el pícaro picardeaba para sobrevivir, mientras el corrupto roba para vivir aún mejor, alguno diría que para sobrevivir, es decir, vivir de los sobres. La picaresca retrataba irónicamente el perfil indigente de la España imperial. El corrupto no es indigente, es indigno, que parece lo mismo, pero no lo es.