La exactitud de Israel

Madrid

El Gobierno israelí sabe matar con mucha precisión. Prácticamente, siempre que quiere cargarse la vida de alguna persona, lo consigue con altísimo grado de acierto y eficacia. Acaba esta semana entre incógnitas sobre la respuesta de Irán al bombardeo de su consulado en Damasco y las negociaciones para un difícil alto el fuego en Egipto. Pero lo que no entraña ninguna duda es de la exactitud con la que se cepilló anteayer a seis descendientes, tres hijos y tres nietos, del líder de Hamás exiliado en Qatar, Ismail Haniya: por el simple hecho de ser sus familiares. Es la misma perfección operativa aérea con que segó la vida a una decena de personas el 1 de abril, en la legación iraní de Damasco.

El ataque a la familia de Haniya se parece mucho al organizado también el 1 de abril contra un convoy de la oenegé encabezada por el cocinero José Andrés, que acabó con la vida de siete cooperantes.

El coche de los Haniya iba circulando por un campo de refugiados. Los tres vehículos de la oenegé también estaban en marcha, saliendo de un centro de reparto de comida. Identificar y disparar contra un objetivo móvil tienen más margen de error que en el caso de un objetivo fijo: y si son tres, a lo largo de varios kilómetros, todavía más. Así que el parecido de los tres casos incrementa la presunción de intencionalidad, voluntad y culpabilidad de los atacantes: en las tres ocasiones.

Al tratarse de civiles y seguramente de homicidios con dolo, es decir, de asesinatos, todo indica que muy bien calculados, hay materia para una investigación del Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra: es competente para ello, porque Palestina —esa que algunos dicen que no existe— firmó su constitución. Solo falta activar el procedimiento. Netanyahu se acerca a convertirse en familia política de Milošević, Mladić, Putin y otros tantos de parecida altura.