Antonio García, de Arde Bogotá: "Todo el tiempo tengo la impresión de que acabamos de empezar"

Madrid

"Mirar al horizonte y tener el quemazón de querer comernos el mundo", cuenta Antonio García (Cartagena, 1995) sobre la ambición que Arde Bogotá tiene desde sus inicios y que él cultivó desde niño cuando paseaba por el puerto de su ciudad con los amigos. ¿Cuántas veces has querido salir de allí como los barcos que partían?, pregunta Mara Torres al invitado: "Todas las veces. Es esa sensación de que te llame la atención lo que puede haber al otro lado". La historia de este gatopardo va de abrir unas puertas y cerrando: "Empecé a hacer teatro con trece años y no paré hasta que mi otra afición, la música, se desbordó. No podía tener dos aficiones y una vida diurna como abogado".

Unos juzgan el rápido ascenso de Arde Bogotá y otros que le cuelgan el sambenito de 'Fenómeno': "Mi miedo como artista es no estar construyendo algo lo suficientemente relevante como para que perdure. Mi sueño último es hacer una carrera infinita". La banda, con solo dos discos en el mercado, han ganado un Premios Ondas, tienen dos nominaciones a los Latin Grammy, el reconocimiento de la crítica y el público y todas las entradas del Wizink Center vendidas en minutos.

"¿En qué momento hemos pasado del Puerto de Cartagena a cantar con Bunbury?", se pregunta Antonio al hablar sobre la experiencia de reeditar 'La Salvación' con Enrique Bunbury. Una vez más, la banda que salió de un polígono industrial cumplió el sueño que se propuso: "Esto nos ha pasado más de una vez. El nombre de Bunbury salió como algo imposible de cumplir, pero llamamos a la puerta y él nos dijo que sí. La próxima meta es cantar el tema con él en directo".

Aunque el nombre de Arde Bogotá ya pese en la industria, Antonio García nos avisa de que esto es solo el principio: "Todavía no hemos enseñado ni el 50%. Todo el tiempo tengo la impresión de que acabamos de empezar".