Manuel Jabois: "Ese vicio irresistible no acabará ni cuando los enfermos de las cajetillas tengan nuestra cara"

Madrid

Se trata de eliminar el glamour. Entre el cine y esos movimientos gráciles de manos, y el humo a media luz saliendo de la boca, tenemos a los gobiernos avisando de que permiten la venta de un producto que mata y haciendo todo lo posible porque no se venda con una mano mientras con la otra Hacienda recoge la enorme recaudación hecha con él. Cada vez se fuma menos porque la especie humana da en sus mejores épocas pasitos para adelante, pero ese vicio irresistible no acabará ni cuando los enfermos de las cajetillas tengan nuestra cara. En el futuro se pretende acabar con el rojo Marlboro, el rojo Lucky y el azul Ducados; las marcas tabacaleras han sido el gran milagro del marketing del siglo XX: te convencieron de que un producto carísimo que te deja los dientes amarillos, la boca apestosa y quizás un cáncer en el pulmón sea guay, merezca la pena y tenga rollo.

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