Sin dinero para refrescos

Galicia

No poder tomarte una Coca-cola porque tienes las cuentas bloqueadas es una atrocidad, una injusticia poética. Me pregunto qué te pides para beber en su lugar cuando te sientas un bar. Quizá seis martinis para olvidar que el dinero no te alcanza para el refresco, mientras esperas que se siente algún conocido o un idiota en la mesa de al lado y te invite. Esto que le ocurre a Rubiales con la Coca-cola, y que nos encoge el corazón, le sucede a más gente. Hay un tipo de desgracia que se ceba con pequeños grupos de personas. Me refiero a gente que maneja muchísimo dinero, sin que quede claro de dónde sale, y que sin embargo, cuando le preguntas, vive con el agua al cuello, desesperada. Pasa tanta pasta por sus manos que, la primera consecuencia de ese trasiego infernal, es que el dinero no les da para nada. Lo más notable es que tener aún más dinero no aliviaría su angustia, pues resulta que cuanto más tienen, más problemas precisamente de liquidez se le acumulan. Es a la vez terrible y simpático. Pero si el problema en concreto es no poder tomarte una Coca-cola, como le pasa a Rubiales, ya estamos hablando de algo muy serio. No es que de pronto no tengas con que pagar el Porsche o el colegio privado. Es la Coca-cola. Que después de ella ya solo están el agua del grifo, la de los charcos y la muerte de sed.

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