Matar a los que dan de comer

Madrid

La crueldad de Israel no parece tener límites. Mientras nos llegan imágenes de niños que mueren de hambre sus autoridades siguen con el cinismo de sostener que todas sus actuaciones no son más que autodefensa. Una autodefensa que consiste en matar a niños prematuros, a madres en busca de comida, a enfermos en hospitales y ahora a siete cooperantes de la ONG de José Andrés. Matar a una madre que amamanta o matar a quien da de comer a los hambrientos debería ser tipificado de crimen contra la humanidad aunque la víctima sea una sola.

Lo peor de este horror que nos trae a la memoria el Holocausto es que Netanyahu parece haber perdido completamente la cabeza en su afán de exterminar a los palestinos. Pero no hay que confundir maldad con locura por mucho que nos cueste entender que alguien pueda planear con tan frío sadismo el asesinato masivo y sistematizado de todo un pueblo. En este sentido ya podemos afirmar abiertamente y sin exagerar que el primer ministro israelí y Hitler están hechos de la misma materia.

Lo que exaspera en estos momentos es la lentitud y el doble rasero con que están reaccionando las potencias occidentales. Es decir, los aliados de facto de Netanyahu. Biden y Kamala Harris se desgañitan con palabras huecas llamando al alto al fuego mientras mandan armas con las que seguir los bombardeos, lanzan paquetes de alimentos a la población a la que se dispara con proyectiles made in USA. La hipocresía del imperio americano, sumada a la indiferencia cómplice de Europa están apretando el gatillo contra los gazatíes abandonados por todos. Todos menos los trabajadores de la ONG que quería darles de comer y que, sin contemplaciones, han sido aniquilados por Israel.