Una votación derrota la democracia en Hong Kong
El Consejo Legislativo de la ciudad, en manos de diputados cercanos a Pekín, da luz verde a una nueva legislación de seguridad nacional que, según detalla Human Rights Watch, reducirá drásticamente las libertades civiles
Hong Kong es el símbolo de una paradoja. Una ciudad moderna en un país anclado en un régimen autoritario desde hace décadas. Una urbe con un régimen económico especial, que ha vivido bajo el dominio de una potencia occidental, y ahora está bajo el yugo del partido único de una gran potencia asiática. Y en ese cúmulo de paradojas, ha sido una votación en su parlamento la que ha echado una enorme losa sobre las libertades y los derechos democráticos de los hongkoneses.
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Este mes, el Consejo Legislativo de Hong Kong, controlado por partidarios de la política dictada desde Pekín, ha dado luz verde por unanimidad a una reforma de la ley de seguridad nacional que esconde en su artículo 23 unas líneas que han marcado la lucha social de Hong Kong en lo que llevamos de siglo. Un artículo que describe delitos que pueden conllevar penas que pueden llegar a la cadena perpetua por poner en peligro la seguridad nacional, con todo lo ambiguo que puede resultar ese concepto, y que para los activistas pro-demócratas, que llevan luchando desde hace 20 años contra la ley, es la manera directa que tiene el gobierno chino de controlar definitivamente una ciudad rebelde que fue escenario de importantes protestas en 2019.
Maya Wang, directora interina de Human Rights Watch para China y experta en política asiática, cuenta en la SER que la ley transformará una ciudad "vibrante" en otra donde imperarán el miedo y las restricciones: "El crimen que describe la sedición incluye que una persona pueda convencer a cualquiera en Hong Kong para que odie al Gobierno. El concepto de secretos de Estado involucra aquellos que afectan a decisiones políticas importantes. En otras palabras, es difícil saber qué constituye un crimen y por tanto cómo evitar verse afectado por un castigo bajo el artículo 23" relata Wang.
La crítica en público a los gobiernos tanto de China como de Hong Kong no va a ser posible nunca más
— Maya Wang, Human Rights Watch
"En esta ciudad se hacían incluso chistes del gobierno, del presidente de China. Y ahora la gente tiene que ser muy cuidadosa incluso en sus redes sociales, en sus charlas con sus amigos, familiares y compañeros de trabajo", relata Wang, que asegura que sus conocidos en la ciudad confirman que el ambiente ha cambiado y la desconfianza entre los propios ciudadanos ha crecido.
La nueva ley amplía el tiempo en el que una persona puede estar detenida sin que se formalicen cargos contra ella desde las 48 horas a los 14 días e impide que los arrestados puedan escoger a sus propios abogados. También delimita los contactos con personas y empresas extranjeras, que pueden ser consideradas "ilícitas" y pueden conllevar penas de hasta 14 años de cárcel. Las críticas al Gobierno o no denunciar a terceras personas por supuestos actos de traición también quedan penadas por la ley, así como el uso de herramientas tecnológicas para lo que las autoridades puedan considerar actividades peligrosas para la seguridad nacional.
Oposición perseguida
Después de las multitudinarias protestas del año 2019, China estableció ya un fortalecimiento de las normas de seguridad en el año 2020 que quedan de nuevo incrementadas ahora. En estos cuatro años, se han generalizado la persecución y arrestos de opositores, muchos de los cuales han tenido que huir de Hong Kong.
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Esos opositores lograron evitar la aprobación de esta legislación en 2003, pero ahora el poder de Pekín ha sido un rival demasiado grande. "Muchos miembros de esta generación han comenzado a tener conciencia política, conciencia democrática, en 2003, que fue cuando medio millón de hongkoneses tomaron las calles para oponerse a esta ley y derrocarla", explica Wang, quien en todo caso admite que "los gobiernos de China y de Hong Kong son muy buenos atemorizando a la población".
Aún así, Wang no pierde la esperanza para la ciudad, ya que cree que años de valores democráticos vinculados a su dependencia del Reino Unido no se olvidan de la noche a la mañana. "Esta es la paradoja del gobierno chino: cuanto más reprime, más severo debe ser para evitar que le explote todo en la cara", concluye. Cree Wang que China está intentando crear una red de informantes en Hong Kong, labor que aún así no le va a resultar sencilla: "El 80% de los hongkoneses aún desea la democracia y eso no va a desaparecer de repente", explica, dando por hecho que no será fácil para Pekín crear un modelo represivo de espionaje.
El gobierno de China ha ido cambiando las leyes electorales para hacer cada vez más difícil que los hongkoneses pudieran ejercer incluso una semidemocracia
— Maya Wang, Human Rights Watch
La activista pide a la comunidad internacional que pase de las palabras a los hechos, ya que a pesar del respaldo de algunos países occidentales a la lucha por la democracia en Hong Kong, realmente esa actitud no se ha traducido en sanciones contra un gigante militar y económico como es China.
Hong Kong mira por tanto cada vez más hacia China y cada vez menos hacia el mundo con el que antes tenía un fuerte vínculo frente a la represión del Partido Comunista. Aún así, Wang es optimista: "Hong Kong tiene ventajas derivadas del marco legal que tenía en el pasado, de que es una ciudad internacional, de que tiene una población demócrata y una diáspora muy activa. Creo que aún hay espacio para la esperanza en Hong Kong".
Antonio Martín
Redactor de la sección de Internacional. Se incorporó a la Cadena SER en 2005 y desde entonces ha formado...